En diez años, el Frente Polar se desplazó hacia el sur el equivalente a dos veces el promedio de los 900 años anteriores, lo que puede resultar en una alteración de la temperatura de los océanos y de las funciones ecosistémicas (foto: Ilana Wainer)
En diez años, el Frente Polar se desplazó hacia el sur el equivalente a dos veces el promedio de los 900 años anteriores, lo que puede resultar en una alteración de la temperatura de los océanos
En diez años, el Frente Polar se desplazó hacia el sur el equivalente a dos veces el promedio de los 900 años anteriores, lo que puede resultar en una alteración de la temperatura de los océanos
En diez años, el Frente Polar se desplazó hacia el sur el equivalente a dos veces el promedio de los 900 años anteriores, lo que puede resultar en una alteración de la temperatura de los océanos y de las funciones ecosistémicas (foto: Ilana Wainer)
Por Heitor Shimizu, desde Montevideo | Agência FAPESP – El aumento de la concentración de gases que provocan el efecto invernadero está directamente relacionado con la elevación de la temperatura media de la atmósfera. Alrededor del 90% de ese calor provocado por el calentamiento global es absorbido por los océanos, los cuales lo transportan a su vez hacia sus capas más profundas.
Desde 1955, los océanos han absorbido 20 veces más calor que la atmósfera. El calentamiento de los mismos tiende a empeorar, toda vez que las temperaturas globales están aumentando. Proyecciones apuntan que los cambios se acentúan más a altas latitudes.
Según Ilana Wainer, docente del Departamento de Oceanografía Física del Instituto Oceanográfico de la Universidad de São Paulo, en Brasil, los océanos constituyen una “especie de aire acondicionado del planeta”, y el océano Antártico (o Austral) –sin barreras y con corrientes intensas como respuesta a los vientos fuertes– es una pieza fundamental de los cambios del clima.
“El océano Austral es la principal conexión entre las mayores cuencas oceánicas y es también responsable de la comunicación del océano profundo con la atmósfera, al permitir que señales de anomalías en la temperatura, por ejemplo, sean transportadas desde las capas superficiales hacia mayores profundidades. En síntesis, el océano Antártico cumple un importante papel en los cambios del clima”, dijo.
La investigadora destaca que el clima global depende directamente de las masas de agua. Wainer fue una de las disertantes en el marco de la FAPESP Week Montevideo, evento que se realizó durante los días 17 y 18 de noviembre de 2016 en la capital uruguaya. Este simposio estuvo organizado por la FAPESP en colaboración con la Asociación de Universidades Grupo Montevideo (AUGM) y la Universidad de la República (UDELAR).
Uno de los principales componentes del océano Austral es la Corriente Circumpolar Antártica, el sistema compuesto por los frentes Polar, Subantártico y Subtropicales.
Wainer analizó los cambios acaecidos en ese sistema durante los períodos 1050-1950 y 1970-2000, mediante el empleo de un conjunto de simulaciones y el uso del Modelo de Sistema Terrestre del National Center for Atmospheric Research, de Estados Unidos.
“Los resultados, considerando la media aritmética de los experimentos, revelaron que el Frente Polar se desplazó hacia el sur alrededor de 0,7 grado entre 1990 a 2000, en comparación con la media del período 1050-1950. Esto resulta significativo estadísticamente, ya que es dos veces la desviación estándar de la variabilidad de 1050 a 1950”, dijo la experta en interacción océano-atmósfera y clima, quien integra el Proyecto Temático intitulado “El impacto del Atlántico Sur sobre la célula de circulación meridional y sobre el clima”, que cuenta con el apoyo de la FAPESP.
“Este efecto es causado por el desplazamiento hacia el sur de la Corriente Circumpolar Antártica, que a su vez es promovido también por el desvío hacia el sur de la latitud donde se encuentra el valor máximo de la cizalladura o cortante del viento zonal”, dijo.
La cizalladura es el fenómeno de deformación al cual está sujeto un cuerpo cuando las fuerzas que actúan sobre el mismo provocan un desplazamiento en planos diferentes a volumen constante.
“Efectuamos un análisis de correlación y observamos que el desplazamiento hacia el sur de la posición del valor máximo de cizalladura del viento zonal está fuertemente relacionado con alteraciones de la región de la Corriente Circumpolar Antártica en el período comprendido entre los años 1970 y 2000. Las mismas correlaciones para el período comprendido entre 1050 y 1950, en comparación, son mucho más débiles”, dijo Wainer.
Estos cambios derivan en un importante impacto ambiental, con efectos sobre el nivel del mar, la temperatura de los océanos, el secuestro de carbono y las funciones ecosistémicas, por ejemplo.
La investigadora integra el comité gestor del INCT-Criósfera –uno de los Institutos Nacionales de Ciencia y Tecnología con sede en el estado brasileño del Rio Grande do Sur, que cuenta con el apoyo del Consejo Nacional de Desarrollo Científico y Tecnológico (CNPq) y la fundación FAPERGS de dicho estado–, donde también contribuye con investigaciones en modelado del clima para entender el papel del hielo marino y de las plataformas de hielo de la Antártida en la circulación del océano y sus impactos climáticos. El calentamiento global ha provocado un aumento del flujo de hielo hacia los océanos.
La contaminación en el Río de la Plata
Juan Carlos Colombo, director del Laboratorio de Química Ambiental y Biogeoquímica de la Facultad de Ciencias Naturales y Museo de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP), en Argentina, presentó durante la FAPESP Week Montevideo los resultados de estudios sobre detección de contaminantes en el Río de la Plata.
Colombo y sus colaboradores han instalado marcadores biogeoquímicos de monitoreo en las costas de Argentina y Brasil. Anualmente, más de 55 millones de m³ de sedimentos, provenientes de las provincias del norte de Argentina y de los estados de la región sur de Brasil, son arrastrados hacia el Río de la Plata, el estuario formado por la desembocadura de las aguas de los ríos Paraná y Uruguay en el Atlántico.
Esos marcadores les permitieron a los científicos detectar una gran cantidad de material orgánico, metales pesados, pesticidas (compuestos organoclorados) y contaminantes persistentes.
Manuel Pulido, de la Universidad Nacional del Nordeste de Argentina, se refirió a los desafíos concernientes al uso de la asimilación de datos en la mejora de los modelos utilizados en estudios de la atmósfera y del clima. La asimilación de datos es una técnica estadística que permite obtener estimaciones basadas en parámetros y variables.
Sepa más sobre la FAPESP Week Montevideo en: www.fapesp.br/week2016/montevideo.
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