Tras la aprobación del nuevo acuerdo climático global, será necesario generar las condiciones políticas, económicas y tecnocientíficas en los países como para viabilizar las INDCs (foto: Elton Alisson/ Agência FAPESP)

Los desafíos brasileños para el cumplimiento de las metas de emisiones de CO2
07-01-2016

Tras la aprobación del nuevo acuerdo climático global, será necesario generar las condiciones políticas, económicas y tecnocientíficas en los países como para viabilizar las INDCs

Los desafíos brasileños para el cumplimiento de las metas de emisiones de CO2

Tras la aprobación del nuevo acuerdo climático global, será necesario generar las condiciones políticas, económicas y tecnocientíficas en los países como para viabilizar las INDCs

07-01-2016

Tras la aprobación del nuevo acuerdo climático global, será necesario generar las condiciones políticas, económicas y tecnocientíficas en los países como para viabilizar las INDCs (foto: Elton Alisson/ Agência FAPESP)

 

Por Elton Alisson, de Paris  |  Agência FAPESP – Luego de la aprobación el pasado 12 de diciembre, durante la 21ª Conferencia de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático (COP21), en París, de un nuevo acuerdo global de combate contra los efectos de los cambios climáticos, los 188 países miembros de la Convención del Clima de la ONU, que presentaron sus metas voluntarias de disminución de las emisiones de gases de efecto invernadero (INDCs, por sus siglas en inglés) para fundamentar la decisión, tendrán de ahora en adelante el desafío de implementarlas hasta 2020, cuando entrará en vigor el nuevo acuerdo.

Para ello habrá que superar una serie de obstáculos, y entre ellos se encuentra el de viabilizar las condiciones políticas, económicas, científicas y tecnológicas como para que esos países puedan materializar sus INDCs.

En el caso de Brasil, que presentó una de las metas más ambiciosas entre los 188 países y llevó la mayor delegación entre las 195 naciones participantes en la COP21, los desafíos también incluyen la definición de una estrategia de financiación que el país adoptará con miras a implementar su INDC, toda vez que no condicionó su ejecución a la obtención de recursos internacionales.

Este análisis estuvo a cargo de Izabella Teixeira, ministra de Medio Ambiente de Brasil, durante un evento paralelo a la COP21 –en el cual estuvieron en pauta las políticas brasileñas sobre cambios climáticos luego de 2020–, una reunión que se realizó el pasado 11 de diciembre en Le Bourget, en París, en el mismo pabellón donde se concretó la convención, un día antes de la presentación y la aprobación del documento final del encuentro.

“Tendremos que establecer cuál es la estrategia de desarrollo tecnológico que Brasil pondrá en práctica a los efectos de implementar su INDC y superar desafíos tales como restaurar 12 millones de hectáreas con costos competitivos y tecnología que permitan terminar efectivamente con la comercialización ilegal de madera y la deforestación rural en el país”, afirmó.

Otro obstáculo que Brasil deberá sortear para plasmar su INDC, a juicio de la ministra, consiste en mejorar su capacidad científica, a los efectos de establecer un sistema de revisión permanente de datos de emisión de gases de efecto invernadero en el país.

“Será necesario suministrar datos con calidad tecnocientífica, pues todos serán auditados. La INDC representa un compromiso formal del país y es necesario estipular criterios, requisitos que el país tiene capacidad de atender; pero debe mejorar y prepararse para los desafíos que vendrán”, sostuvo.

Otro tema que deberá solucionarse para viabilizar no sólo la INDC brasileña, sino también las de los restantes países, según la ministra, es el de establecer una nueva relación federativa.

El sistema federal tradicional, seguido en la COP-15, en Copenhague, en 2010 –en la cual los estados o provincias publicaron leyes más ambiciosas de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero que sus respectivos países–, creó enormes dificultades de conciliación de objetivos nacionales, apuntó la ministra.

“Las relaciones de la esfera nacional con los segmentos subnacionales deberán revisarse. Debe ser una relación en la cual todos deberán ofrecer resultados con transparencia y realizar acciones de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero no condicionadas a la existencia de recursos, porque la INDC brasileña no quedó condicionada a la disponibilidad de recursos”, ponderó.

Una revisión periódica

Considerado como el más amplio entendimiento climático global desde el Protocolo de Kioto, firmado en 1997, el nuevo acuerdo climático mundial asumido por 195 países que participaron en la COP21, llamado “Acuerdo de París”, observa “con preocupación” que los niveles de emisión de gases de efecto invernadero globales estimados para 2025 y 2030, producto de las INDCs de los 188 países que ya han presentado sus metas, son insuficientes como para contener el aumento de la temperatura del planeta en hasta 2 °C. Asimismo, llevarán a un nivel de emisiones de 55 gigatoneladas en 2030.

Con el fin de mantener el aumento de la temperatura media global a menos de 2 °C arriba de los niveles preindustriales, el documento indica que serán necesarios esfuerzos muy superiores de disminución de las emisiones para bajarlas a un nivel de 40 gigatoneladas en 2030.

En la actualidad, las emisiones globales de CO2 son del orden de los 49 mil millones de toneladas, de las cuales el 24% está asociado al uso de la tierra (producción agropecuaria) y de los bosques y el 76% está relacionado con la energía y los procesos industriales.

“No se puede trabajar sólo con la ambición global para reducir las emisiones de CO2. Debe haber también una ambición nacional”, sostuvo Teixeira.

El nuevo acuerdo climático global también establece el principio de que los futuros planes nacionales de disminución de emisiones de gases de efecto invernadero (INDCs) deberán ser más ambiciosos que los existentes.

Los países también deberán presentar INDCs cada cinco años, aumentando así de manera consistente sus ambiciones a largo plazo.

El primer balance de las INDCs está previsto para 2018, pero el primer análisis podrá concretarse efectivamente recién en 2023.

“Entramos en una nueva era de cooperación global en una de las cuestiones más complejas que la humanidad haya tenido que enfrentar”, dijo el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, durante el anuncio de la versión final del acuerdo.

“Por primera vez, todos los países del mundo se han comprometido a reducir las emisiones, a reforzar la capacidad de resistencia y a tomar medidas comunes. Esto representa un gran éxito del multilateralismo”, sostuvo.

Financiación

El principal objetivo del acuerdo universal legalmente vinculante ratificado por 195 países y la Unión Europea durante a COP21 consiste en mantener el calentamiento global en este siglo “muy por de debajo” de los 2 °C y orientar los esfuerzos con miras a limitar el aumento de temperatura a 1,5 °C arriba de los niveles preindustriales, considerado el límite más seguro para que la humanidad no enfrente los peores impactos del cambio del clima.

Para ello, será necesario llegar al pico de las emisiones lo más rápido posible y obtener un balance entre las emisiones durante la segunda mitad del siglo, indica el documento.

Con relación al financiamiento climático, el texto final determina que los países desarrollados deberán invertir 100 mil millones de dólares anuales en medidas de combate contra el cambio del clima y en la adaptación de los países en desarrollo.

“Antes y durante la COP21 se anunciaron apoyos económicos destinados a la mitigación y la a adaptación a los cambios climáticos provenientes de diversas fuentes”, dijo Christiana Figueres, secretaria ejecutiva de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC).

“Según los términos del Acuerdo de París, esas líneas de financiación se elevarán a un nuevo nivel, lo cual es de suma importancia para los países más vulnerables”, sostuvo.

Tras la adopción del Acuerdo de París en el marco de la COP21, el documento quedará depositado en la sede de la ONU en Nueva York, y permanecerá abierto para su firma durante un año, a partir del 22 de abril de 2016.

El acuerdo entrará en vigencia luego de que los 55 países responsables de al menos el 55% de las emisiones globales ratifiquen el documento.

 

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