Los impactos de las nuevas tecnologías de la información sobre nuestros modos de vida y de trabajo se debatieron durante un evento que reunió a científicos alemanes y brasileños en la sede de la FAPESP (foto: Wikimedia Commons)
Los impactos de las nuevas tecnologías de la información sobre nuestros modos de vida y de trabajo se debatieron durante un evento que reunió a científicos alemanes y brasileños en la sede de la FAPESP
Los impactos de las nuevas tecnologías de la información sobre nuestros modos de vida y de trabajo se debatieron durante un evento que reunió a científicos alemanes y brasileños en la sede de la FAPESP
Los impactos de las nuevas tecnologías de la información sobre nuestros modos de vida y de trabajo se debatieron durante un evento que reunió a científicos alemanes y brasileños en la sede de la FAPESP (foto: Wikimedia Commons)
Por Karina Toledo
Agência FAPESP – Avanzamos en dirección a un mundo en el cual no sólo los teléfonos, las tablets y los televisores serán listos (smart), sino toda la casa; y los vehículos, las industrias, los establecimientos rurales, los dispositivos médicos y todo lo que nos rodea. En ese smart ecosystem, los aparatos estarán integrados y equipados con sensores para el recabado de datos en tiempo real, y conectados a internet.
Los impactos de las nuevas tecnologías en la forma en que vivimos y trabajamos, como así también los riesgos y las implicaciones de la distribución de datos personales en el ciberespacio, constituyeron el tema del 4º German-Brazilian Dialogue on Science, Research and Innovation, realizado durante los días 29 y 30 de septiembre en la sede de la FAPESP.
Según Reiner Anderl, docente de la Technische Universität Darmstadt de Alemania y disertante en el evento, estamos viviendo actualmente el período de la cuarta revolución industrial. “Es el surgimiento de la industria 4.0, y con ella, de nuevas cadenas de valor y nuevos modelos de negocios”, afirmó.
De acuerdo con Anderl, la primera revolución industrial del siglo XIX se basó en la invención del telar mecánico y en el uso de la energía extraída del vapor. A comienzos del siglo XX se produjo la segunda ola, con la introducción de la línea de montaje y la producción masiva. La tercera comenzó en la década de 1970, con la automatización de la producción y la tecnología de la información (TI).
La cuarta revolución industrial se basa en el llamado sistema ciberfísico, al cual “puede definírselo de acuerdo con dos aspectos principales. Uno consiste en que los sistemas físicos se tornen más inteligentes al equipárselos con sensores y acceso a internet, de modo tal de hacer posible la conectividad y la comunicación. El otro apunta a que las simulaciones de las funcionalidades es â??decir, lo virtualâ?? se vuelvan más realistas”, explicó Anderl a Agência FAPESP.
En la industria 4.0, el big data que recaban continuamente las máquinas se envía a un servidor, bajo el monitoreo y la evaluación mediante software. Los sensores les dicen a las máquinas cómo deben operar en un sistema descentralizado en el cual los diversos sectores se comunican.
“Esto permite detectar un aumento de temperatura en un determinado aparato, como así también prever que eso podrá causar un defecto al cabo de algunos días e interrumpir la producción, por ejemplo. De este modo, podemos realizar tal caso un mantenimiento preventivo”, dijo Anderl.
Las nuevas tecnologías llevan al surgimiento de nuevos modelos de negocio. Sensores instalados en los productos podrán avisar cuándo se hace necesario efectuar un mantenimiento. Las piezas de repuesto, actualmente fabricadas en las casas matrices y exportadas a los mercados consumidores en todo el mundo, podrán elaborarse en impresoras 3D localmente, lo cual reducirá costos.
“Un fabricante de turbinas de aviación, por ejemplo, en lugar de ganar únicamente con la venta de ese producto, podrá hacerlo también al sellar un contrato de mantenimiento. Esto también será ventajoso para la compañía aérea, pues el producto sale por un precio más bajo”, evaluó Anderl.
Lógicamente, los impactos en el mercado de trabajo son grandes. Según Arnold Picot, de la Ludwig Maximilian University of Munich (LMU), las relaciones laborales de la era digital llevan la impronta de la interconectividad y la flexibilidad.
“Los procesos de trabajo y de producción pueden controlarse desde cualquier lugar y en cualquier momento. La tendencia apunta hacia la disolución de las estructuras industriales establecidas y a una menor separación entre vida la personal y la vida laboral”, dijo Picot.
El trabajo en la nueva economía on demand (por pedido) tiende a orientarse alrededor de proyectos que integran de manera flexible distintos modelos: equipos locales, tercerizados, crowdsourcing, freelancers y otros.
“Se crea el modelo workers on tap, es decir, el grifo de los trabajadores se abre y se cierra en la medida que sea necesario”, dijo Picot.
También según el profesor de la LMU, la tendencia apunta hacia un crecimiento de puestos que requieren poca capacitación y por los cuales se paga poco, como así también hacia aquéllos de alta capacitación y altos sueldos. Los de nivel intermedio tienden a disminuir, lo cual puede llevar a la existencia de una sociedad más desigual.
“No debemos nunca olvidarnos en medio a estas discusiones que el tren se mueve, por más que queramos o no. Esto está ocurriendo. Creo que la cuestión es la siguiente: ¿queremos o queremos formar parte del proceso y beneficiarnos con el cambio? Es necesario actuar para no perder empleos sino para valernos de los nuevos puestos de trabajo que están surgiendo”, afirmó Dieter Rombach, del Fraunhofer Institute for Experimental Software Engineering (IESE).
Según Rombach, todos los objetos adquieren una vida digital en el smart ecosystem: producen datos mediante la observación con sensores, guardan un historial que permite realizar pronósticos, reciben el influjo de los datos y se adaptan. Es la llamada Internet of Things (IoT).
Esto implica cambios en todos los aspectos sociales. Las oportunidades incluyen nuevos puestos de trabajo que surgen con base en nuevos modelos de negocios, la superación de desafíos demográficos relacionados con servicios de salud, educación y otros aspectos de la vida y la optimización de los recursos naturales mediante economías compartidas. En tanto, los riesgos están asociados fundamentalmente con los aspectos que conciernen a la seguridad y la privacidad de los datos.
“La clave del éxito reside en el fortalecimiento de la capacidad de la ingeniería de software y sistemas”, sostuvo Rombach.
Aspectos legales
Tal como recordó Dennys Antonialli, estudiante de doctorado en derecho constitucional en la Universidad de São Paulo (USP), la mayor parte del big data generado por la IoT está compuesta por datos personales, que pueden organizarse, analizarse y utilizarse con la ayuda de algoritmos para influir en forma invisible en procesos decisorios tales como el alquiler de un inmueble o la contratación de personal o de un servicio.
“Son datos sobre alguien que pueden ayudar a empresas o individuos a prever cosas sobre esa persona, y esas previsiones pueden ser imprevisibles. Pueden incluso generar una discriminación invisible. ¿Cómo controlar aquello que no vemos y no entendemos?”, dijo Antonialli.
Según el investigador, mientras que la Unión Europea implementó una legislación rígida para proteger la privacidad de datos personales, Estados Unidos cree que la libertad para compartir datos favorece la innovación y genera utilidades para las empresas. En Brasil existen proyectos de ley sobre el tema en discusión en el Congreso Nacional que tienden más bien hacia el modelo europeo.
Para Juliano Souza de Albuquerque Maranhão, docente de la Facultad de Derecho de la USP, los conflictos relacionados con el mundo digital no exigirán únicamente la creación de un nuevo campo jurídico, sino también un profundo cambio en el modo de entender el Derecho.
El evento contó también con la participación de Hans-Joachin Hof, de la Munich University of Applied Sciences, quien se refirió a las limitaciones y desafíos del software orientado a la protección de la privacidad de la información. Y de José Molin, docente de la Escuela Superior de Agricultura Luiz de Queiroz (ESALQ-USP), quien abordó el tema de la agricultura de precisión.
Fernando Martins, ejecutivo de Intel en Brasil, disertó acerca del impacto sobre el desarrollo económico promovido por el aumento exponencial de la capacidad de procesamiento y almacenamiento de datos de los dispositivos electrónicos que viene acompañado de una disminución significativa de los costos.
Según Martins, de cada 100 habitantes del planeta, 97 son usuarios de celulares, lo cual hace que se totalicen 7 mil millones de líneas habilitadas. Alrededor del 30% de los aparatos móviles corresponde a smartphones, y dicho porcentaje treparía al 50% en 2016. Los costos de conexión a internet cayeron un 65% durante los últimos cinco años, y actualmente son 3.200 millones de personas online, el 43% de la población mundial. Dicho índice es del 82% en los países desarrollados, del 35% en las naciones en desarrollo, del 9% en los menos desarrollados y del 67% en Brasil.
Thorsten Holz, de la Ruhr University Bochum, analizó de qué modo las aplicaciones para móviles inteligentes han revolucionado la manera de comunicarse entre las personas, tanto en sus vidas personales como en sus relaciones laborales, como así también las formas de cuidado de la salud, de localizarse y de desplazarse por las ciudades y de consumir servicios y productos. Y puso de relieve también la necesidad de que los mecanismos de seguridad de los sistemas se vuelvan más amigables para los usuarios finales.
Retos y oportunidades
Participaron en la ceremonia de apertura Eduardo Moacyr Krieger, vicepresidente de la FAPESP, el embajador de Alemania en Brasil, Dirk Brengelmann, Martina Schulze, directora del DWIH-SP, y Roberto Marcondes Cesar Junior, miembro de la Coordinación del Programa de Centros de Investigación, Innovación y Difusión (CEPID) y de la coordinación adjunta de Ciencias Exactas e Ingenierías de la FAPESP.
"Importantes aspectos de nuestras vidas y nuestros comportamientos están bajo el fuerte influjo de la tecnología de la información y seguramente lo estarán del futuro. Por esta razón, los temas que se debatirán en este evento serán sumamente importantes", afirmó Krieger.
Durante la conferencia de apertura, el embajador de Alemania en Brasil, quien fue comisario del Ministerio de Relaciones Exteriores para Política Cibernética, se refirió a la necesidad generar un consenso internacional sobre qué sería un comportamiento responsable en el ciberespacio.
“Grupos terroristas ha utilizado internet para hacer propaganda y reclutar gente. También pueden emplearla como herramienta de ataque. Activos políticos, tanto en términos de sistemas como de infraestructura, pueden quedar vulnerables cuando se conectan a internet. Y precisamente es este tipo de conectividad el concepto inherente a la IoT. Por ende, los ataques pueden tener consecuencias severas para los gobiernos, para el sector privado y para la sociedad en general”, dijo Brengelmann.
Según el embajador, en el futuro próximo deberemos convivir con la incertidumbre característica del ciberespacio. “Una mejor comprensión de las reglas, las leyes y los principios que caracterizarían a un estado de comportamiento responsable en el ciberespacio aumentaría la transparencia internacional y la previsibilidad, y ayudaría en la disminución de la inestabilidad”, afirmó.
Posteriormente, Virgílio Almeida, secretario nacional de Política de Informática del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación (MCTi), se refirió a los desafíos y oportunidades del mundo digital en el país. Y recordó que Brasil se ubica entre los seis países donde vive más de la mitad de la población mundial, y que representa un gran mercado de internet, altamente permeable a las tecnologías digitales.
También durante la apertura, el coordinador de la German House of Science, Research and Innovation – São Paulo (DWIH-SP), Marcio Weichert, sostuvo que los eventos Diálogos Alemania-Brasil se organizan anualmente con el objetivo de presentar el estado del arte de la investigación científica alemana referente a un determinado tema y estimular nuevas colaboraciones con investigadores de Brasil. “Estamos seguros de que hemos encontrado en la FAPESP al socio justo para alcanzar estos objetivos”, afirmó.
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