En un estudio utilizan pronósticos del IPCC para proyectar el posible destino del Anopheles darlingi y de los protozoos Plasmodium falciparum y P. vivax (foto: A. darlingi/ Wikimedia Commons)
Se utilizan pronósticos del IPCC para proyectar el posible destino del Anopheles darlingi y de los protozoos Plasmodium falciparum y P. vivax
Se utilizan pronósticos del IPCC para proyectar el posible destino del Anopheles darlingi y de los protozoos Plasmodium falciparum y P. vivax
En un estudio utilizan pronósticos del IPCC para proyectar el posible destino del Anopheles darlingi y de los protozoos Plasmodium falciparum y P. vivax (foto: A. darlingi/ Wikimedia Commons)
Por Peter Moon | Agência FAPESP – El principal vector de transmisión del paludismo en América del Sur es el mosquito de la especie Anopheles darlingi. Fue éste el responsable prácticamente de los 276 mil casos de la enfermedad registrados en Brasil en 2012, la mayoría (el 99%) circunscritos a la Amazonia. El A. darlingi es un insecto muy bien adaptado a la vida en la selva amazónica, donde el régimen de lluvias es abundante todo el año y las temperaturas medias son elevadas, aunque con una amplitud climática relativamente pequeña, es decir, con poca variación entre las temperaturas del mes más caluroso y las del mes más frío del año.
Sucede que, debido a los cambios climáticos y al aumento progresivo de las temperaturas en el planeta, la Amazonia puede sufrir grandes alteraciones. Durante los próximos 50 años, existe el riesgo de que el paisaje de selva tropical ceda su lugar buena medida al avance de la sabana, donde el clima es más caluroso y la amplitud climática es mucho mayor.
En estas futuras condiciones, el A. darlingi podrá desaparecer. Pero eso no significaría el fin del paludismo. En América del Sur existen nueve especies de mosquitos del Complejo Albitarsis. La mayoría de ellas no se adaptan bien al ambiente amazónico. Prefieren climas más secos y cálidos. Todas son transmisoras de los protozoarios Plasmodium falciparum y P. vivax, los agentes causantes de la enfermedad. De las nueve especies, siete se encuentran presentes en el territorio brasileño y podrán convertirse en futuros vectores importantes de transmisión de la malaria, expandiendo el área de transmisión de la enfermedad hasta 2070.
Éste es el alerta que formula el biólogo Gabriel Laporta, de la Universidad Federal del ABC (UFABC), en São Paulo, Brasil, en el artículo intitulado “Malaria vectors in South America: current and future scenarios”, publicado en el periódico Parasites & Vectors. La investigación tuvo lugar durante su posdoctorado en la Facultad de Salud Pública de la Universidad de São Paulo (USP), contó con el apoyo de la FAPESP y sigue adelante ahora medio de una beca de apoyo a Jóvenes Investigadores, en el marco del Programa BIOTA.
Se sabe que durante la última Edad de Hielo, hace diez mil años, el clima y la vegetación de la Amazonia eran muy diferentes. El clima era más seco y, en lugar de la selva tropical, existía allí una inmensa sabana. “Lo mismo podrá ocurrir en el futuro”, afirma Laporta.
Con los cambios climáticos, cabe suponer que el progresivo aumento de las temperaturas terminará impactando sobre el clima y sobre la vegetación de la Amazonia. Las especies vegetales que prefieren un clima más seco y cálido que el actual, como el del cerrado o sabana, proliferarán. En tanto, aquéllas especies típicas de la selva húmida, que no soportan bien un régimen con menos lluvias, tenderán a desaparecer o a migrar hacia las islas de humedad donde sobrevivirán rodeadas por una selva tropical muy reducida con relación a la actual.
En ese escenario, el área de acción del mosquito A. darlingi tiende a reducirse drásticamente, al tiempo que la expansión de la sabana acelerará la proliferación de las nueve especies del Complejo Albitarsis.
“Mi trabajo es de modelado. Es un trabajo probabilístico”, dice el investigador. Para construir sus modelos de nichos ecológicos de los mosquitos, Laporta empleó variables tales como la topografía, los diferentes climas y los diversos biomas de América del Sur. También definió la distribución actual en América del Sur del P. falciparum, del mosquito A. darlingi y de las nueve especies del Complejo Albitarsis.
Todas esas variables se aplicaron al escenario más pesimista planteado por el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), que representa la situación en la cual los comportamientos humanos con relación a los cambios climáticos no se alterarían a partir de ahora y en el futuro.
Como resultado de su modelado, Laporta produjo dos escenarios para el clima de América del Sur en 2070. En el primero, la temperatura media anual subirá entre 2 y 3 grados centígrados, en tanto que las precipitaciones en el mes más seco mermarán entre 6,5 y 8 milímetros, y en el mes más cálido, hasta 12 milímetros. Tales valores mantendrían a los biomas sudamericanos relativamente inalterables.
En el segundo escenario, de cambios climáticos más severos, la temperatura media anual aumentaría 4 grados centígrados y las precipitaciones declinarían hasta 5 milímetros en el mes más seco, y entre 15 y 17 milímetros en el mes más caluroso. En esta segunda hipótesis, el modelo indica una gran probabilidad de transformación del bioma amazónico.
En el segundo escenario, la distribución del A. darlingi se achicaría del actual 22% del territorio sudamericano a un 11%. En cuanto a las especies de mosquitos del Complejo Albitarsis, para las cuales el índice de precipitaciones elevado es importante, exhibirían una distribución decreciente en los escenarios futuros. En tanto, aquellas especies de ese complejo que se benefician con el aumento de las temperaturas o con la alteración de los biomas experimentarían una gran expansión en sus distribuciones geográficas.
Una vez hechas todas las cuentas, el protozoario P. falciparum, que existe actualmente en un 25% del territorio de América del Sur, avanzaría en su área de incidencia hasta ocupar un 37% del continente. En el segundo escenario, el agente causante de la malaria podría propagarse por un 46% del continente.
“Para obtener estos resultados consideré únicamente los cambios climáticos y los hábitats de los mosquitos. No tuve en cuenta los esfuerzos humanos para la eliminación de la enfermedad y el control de los vectores”, subraya Laporta. Cabe decir que los escenarios que el investigador trazó referentes a la expansión del área de actuación de los mosquitos transmisores en América del Sur son modelos razonables, pero están lejos de ser definitivos.
Es muy probable que la Amazonia se vuelva más cálida y más seca, con impacto sobre su fauna y su flora. En tanto, la convivencia de los brasileños con la malaria y sus vectores no constituye un escenario determinístico. “El paludismo es una enfermedad de países pobres. Es epidémica en países donde las infraestructuras de vivienda, salud y saneamiento son precarias. Pero soy optimista. No creo que los brasileños acepten que el país mantenga en 2070 las pésimas condiciones de infraestructura actuales en los lugares donde existe la enfermedad.”
Puede leerse el artículo Malaria vectors in South America: current and future scenarios (doi:10.1186/s13071-015-1038-4), de Laporta y otros, publicado en Parasites & Vectors, en la siguiente dirección: www.parasitesandvectors.com/content/8/1/426.
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