La delegación de ese país, encabezada por el ministro Chris Hipkins (a la derecha), visitó la sede de la FAPESP con la intención de concertar nuevas colaboraciones en áreas de interés comunes a ambos países (foto: Felipe Maeda/Agência FAPESP)

Nueva Zelandia pretende profundizar la cooperación científica y tecnológica con el estado de São Paulo
30-06-2022
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Una delegación de ese país encabezada por el ministro Chris Hipkins visitó la sede de la FAPESP con la intención de concertar nuevas colaboraciones en áreas de interés comunes a ambos países

Nueva Zelandia pretende profundizar la cooperación científica y tecnológica con el estado de São Paulo

Una delegación de ese país encabezada por el ministro Chris Hipkins visitó la sede de la FAPESP con la intención de concertar nuevas colaboraciones en áreas de interés comunes a ambos países

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La delegación de ese país, encabezada por el ministro Chris Hipkins (a la derecha), visitó la sede de la FAPESP con la intención de concertar nuevas colaboraciones en áreas de interés comunes a ambos países (foto: Felipe Maeda/Agência FAPESP)

 

Por José Tadeu Arantes  |  Agência FAPESP – Con una extensión de 268 mil kilómetros cuadrados, un poco mayor que la del estado de São Paulo, y una población de 5.130.730 de habitantes, equivalente a una cuarta parte de la población del Área Metropolitana de São Paulo, Nueva Zelandia posee uno de los más elevados estándares educativos del mundo: el país está clasificado en el 7º puesto en el ranking mundial de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE). La tasa de alfabetización de su población adulta llega al 99 % y más de la mitad de su población situada entre los 15 y los 29 años tiene acceso a la educación superior (universitaria, técnica o equivalente).

Las ocho universidades existentes en Nueva Zelandia componen un grupo denominado Universities New Zealand – Te Pokai Tara (UNZ). En el año 2017, la FAPESP y la UNZ suscribieron un acuerdo con la intención de implementar la cooperación científica y tecnológica entre investigadores del estado de São Paulo y de Nueva Zelandia. Y en 2019, la UNZ participó en la convocatoria pública a la presentación de propuestas para apoyar el intercambio de investigadores en el marco del Programa São Paulo Researchers in International Collaboration (SPRINT) de la FAPESP.

Una delegación de Nueva Zelandia encabezada por su ministro de Educación, Chris Hipkins, visitó la sede de la FAPESP el pasado 3 de junio con el objetivo de estrechar los lazos y debatir nuevas oportunidades de cooperación. El grupo fue recibido por Carlos Américo Pacheco, director presidente del Consejo Técnico Administrativo de la Fundación, Ronaldo Aloise Pilli, vicepresidente de su Consejo Superior, Roberto Marcondes Junior, miembro de la coordinación del programa de Centros de Investigación, Innovación y Difusión (CEPIDs) y de la coordinación adjunta de Programas Especiales y Colaboraciones en Investigación Científica, y asesores.

Pilli hizo referencia al compromiso de la FAPESP con la internacionalización de la investigación científica brasileña, materializado en acuerdos de cooperación con más de 150 organizaciones internacionales. Pacheco realizó una presentación abarcadora de la FAPESP, con énfasis en nuevas iniciativas como la creación del Fondo Amazonia +10. Y Marcondes hizo lo propio con relación a programas como el de los CEPID

A su vez, el ministro Hipkins mencionó cuáles son las áreas de interés en común entre Nueva Zelandia y Brasil. En entrevista concedida a Agência FAPESP, el funcionario neozelandés discurrió sobre este y otros temas. “La visita a São Paulo reforzó mi visión sobre el valor de la educación y de la cooperación científica entre nuestros dos países. Un buen ejemplo de ello es el acuerdo de cooperación entre la UNZ y la FAPESP, que ha venido financiando conjuntamente nuevos proyectos de investigación científica con miras a estimular el intercambio académico y la movilidad entre Nueva Zelandia y Brasil”, dice.

Otro ejemplo que el ministro mencionó durante la entrevista fue la participación de ambos países en la Global Research Alliance on Agricultural Greenhouse Gases (GRA). “La GRA se concentra en la investigación y el desarrollo para establecer sistemas alimentarios resilientes al clima, sin aumentar las emisiones de gases de efecto invernadero. Los intercambios y las oportunidades de capacitación de los investigadores agrícolas se ven facilitados mediante el otorgamiento de becas de estudio”, afirmó.

Antes de la pandemia, Brasil constituía la mayor fuente de estudiantes latinoamericanos instalados en Nueva Zelandia. Y de los 400 estudiantes neozelandeses financiados por el programa gubernamental de becas para América Latina, 109 eligieron estudiar en Brasil. Este intercambio sufrió una pausa debido a la pandemia, pero se ha reactivado en los últimos tiempos. “Estoy muy satisfecho con esta reanudación. Y también con el perfeccionamiento del programa que apunta a incluir a los estudios indígenas en Latinoamérica”, dijo Hipkins.

Por cierto, la temática indígena le es bastante cara al ministro, y al propio gobierno neozelandés. “Como países enfocados en la preservación y en el fortalecimiento de nuestras culturas originarias, Nueva Zelandia y Brasil tienen mucho que aprender recíprocamente. Ya existe una colaboración de investigación científica en marcha en el importante campo de la revitalización de las lenguas aborígenes. El acuerdo entre la Massey University y la Universidad Federal de Río de Janeiro se diseñó con el objetivo de apoyar la revitalización del káingang, un idioma del tronco ye amenazado de extinción y que lo hablan aproximadamente 20 mil personas en el sur de Brasil”, mencionó Hipkins.

Este proyecto se inspiró en una exitosa iniciativa educativa plasmada en Nueva Zelandia: el desarrollo del Te Kohanga Reo (Nido de la Lengua Maorí). Cabe recordar que el maorí, un idioma que atravesó un período de borradura forzada tras la Segunda Guerra Mundial, quedando confinado algunas pocas áreas remotas, vivió posteriormente un proceso de revitalización y fue declarado en 1987 una de las lenguas oficiales de Nueva Zelandia, cuyo idioma mayoritario es el inglés. Ahora existen escuelas en donde se educa en esa lengua originaria y canales de televisión que transmiten predominantemente en maorí.

“Se constituyó un nido de la lengua káingang en Nonoai, un municipio del estado Rio Grande do Sul en el cual al menos la mitad de la población adulta habla en káingang. El proyecto está avanzando, y se prevé que el nido de Nonoai podrá incentivar a los miembros de otras aldeas a transmitir el conocimiento de la lengua y la cultura káingang a sus hijos. Pero es importante destacar que la reciprocidad es un aspecto fundamental de la colaboración entre ambos países. No se trata solamente de lo que Brasil puede aprender con nosotros, sino igualmente de lo que nosotros podemos aprender con Brasil”, enfatizó el ministro.

Y concluyó diciendo: “En la etapa inicial, que se encuentra en curso desde hace algunos años, nos enfocamos en establecer y fortalecer las conexiones y las colaboraciones entre las universidades y los académicos de ambos países. A medida que vamos avanzando, creemos que surgirán oportunidades tendientes a detectar desafíos e intereses en común que podrán beneficiarse con esta colaboración. Nueva Zelandia y Brasil son grandes productores de alimentos, por ejemplo, tenemos intereses similares en relación con la agricultura y afrontamos retos que nos son comunes en el área, como el impacto de los gases de efecto invernadero agrícolas. Confío en que aparecerán otras áreas de interés a medida que las agencias gubernamentales, las instituciones académicas y los diversos sectores de la ciencia y la investigación científica se comprometan en el proceso”.

Las conversaciones sobre nuevos proyectos de cooperación aún se encuentran en su etapa inicial. Pero los neozelandeses ya anunciaron que participarán en la próxima convocatoria del programa SPRINT, prevista para 2023.
 

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