Barry O’Keefe presentó los resultados de estudios clínicos con una proteína aislada en un alga roja del género Griffithsia. Esta sustancia posee acción contra el VIH y contra diversos coronavirus (foto: John Martin Davies/Wikimedia Commons)
Este fue el tema que abordó Barry O’Keefe, del National Cancer Institute, durante la Escuela FAPESP 60 años: Ciencias Exactas, Naturales y de la Vida. El evento contó también con conferencias de José Nelson Onuchic, de la Rice University, y Virgilio Almeida, de la Universidad Federal de Minas Gerais
Este fue el tema que abordó Barry O’Keefe, del National Cancer Institute, durante la Escuela FAPESP 60 años: Ciencias Exactas, Naturales y de la Vida. El evento contó también con conferencias de José Nelson Onuchic, de la Rice University, y Virgilio Almeida, de la Universidad Federal de Minas Gerais
Barry O’Keefe presentó los resultados de estudios clínicos con una proteína aislada en un alga roja del género Griffithsia. Esta sustancia posee acción contra el VIH y contra diversos coronavirus (foto: John Martin Davies/Wikimedia Commons)
Por André Julião, desde Itatiba (Brasil) | Agência FAPESP – La búsqueda de compuestos naturales ha cobrado fuerza durante las últimas décadas merced al uso de técnicas como la de fraccionamiento, que permiten detectar en plantas, animales y microorganismos sustancias presentes en bajas concentraciones. Entre los éxitos obtenidos se encuentran los agentes antivirales, que adquieren especial relevancia durante una pandemia.
“El descubrimiento de productos naturales en el siglo XXI” fue el tema de la conferencia de Barry O’Keefe, director del Programa de Blancos Moleculares del Centro de Investigaciones en Cáncer del National Cancer Institute (NCI), de Estados Unidos. El investigador disertó ante un público integrado por 60 jóvenes investigadores el pasado 9 de agosto, durante el segundo día de la Escuela FAPESP 60 años: Ciencias Exactas, Naturales y de la Vida, realizada en la ciudad de Itatiba (en el estado de São Paulo, Brasil).
“Históricamente, la búsqueda de productos naturales se valía de mezclas que podían tener centenas y quizá miles de compuestos viscosos, coloridos y fluorescentes. Por ende, se hacía muy difícil su estudio. Más recientemente, purificando parcialmente esos extractos, fue posible estructurar bibliotecas de compuestos para su análisis mediante la aplicación de modernas técnicas de descubrimiento de moléculas, lo que disminuye la cantidad de ensayos y aumenta las probabilidades de encontrar moléculas importantes para la salud humana”, le dijo O’Keefe a Agência FAPESP.
El NCI puede actualmente dejar disponibles estas bibliotecas para los investigadores que deseen buscar compuestos naturales activos contra distintos agentes infecciosos y otros blancos moleculares de diversas enfermedades.
“Para los jóvenes investigadores, se vuelve sumamente difícil obtener financiación con el objetivo de salir al campo a recolectar organismos, elaborar los extractos y fraccionarlos. Estos bancos de datos les permiten llevar a cabo la investigación de productos naturales sin necesidad de hacer eso”, comentó.
El investigador dio a conocer resultados recientes obtenidos en el centro que dirige, tales como los estudios clínicos con una proteína aislada en un alga roja del género Griffithsia, de Nueva Zelandia. Este compuesto ya se había mostrado activo contra el VIH, el virus causante del sida, y con una serie de ventajas, entre ellas su estabilidad aun a altas temperaturas. En 2010, los investigadores obtuvieron buenos resultados in vitro y en animales contra los coronavirus SARS-CoV y MERS. Y ahora, otros estudios han demostrado que esta sustancia también actúa contra el SARS-CoV-2, causante del COVID-19.
“Su mecanismo de acción es único, distinto al que observamos en las vacunas, los anticuerpos monoclonales y los inhibidores que se aplican actualmente contra el SARS-CoV-2. Creo que tenemos algo que puede aplicarse en una situación preventiva. Aun cuando no salga al mercado ahora, existe una preocupación constante relacionada con la emergencia de virus pandémicos en el mundo. Por eso es importante contar con agentes antivirales de amplio espectro que puedan aplicarse en caso de que surjan nuevos virus de preocupación”, afirmó.
Con esa misma proteína, su grupo desarrolló también un gel que pueden aplicárselo las mujeres en la vagina para prevenir la entrada del VIH. De mostrarse exitosa, esta estrategia será una de las pocas que le aseguren la protección al sexo femenino independiendo de la voluntad de sus parejas varones.
“Los varones pueden usar preservativos, o ser circuncisos. Las mujeres no cuentan con esas mismas opciones. Necesitamos apoyo internacional para empoderar a las mujeres a los efectos de que puedan contar con agentes como este para protegerlas contra el VIH, de manera tal que no dependan de los hombres”, culminó.
La física de las células
Ese mismo día, el brasileño José Nelson Onuchic, docente de la Rice University, en Estados Unidos, se refirió a sus estudios con miras a entender de qué manera controla la expresión de genes la estructura del núcleo de las células.
“Las proteínas poseen una estructura muy bien definida. No así el núcleo, que tiene un cierto comportamiento estructural, pero es mucho más que un grupo de estructuras. Por eso no logra explicárselo en términos de una estructura; pero sí puede decirse cómo ese grupo se forma”, dijo.
Los despliegues de este tipo de estudios pueden ser útiles en innumerables líneas de investigación, lo que justifica las diversas colaboraciones que el científico mantiene en distintas partes del mundo.
“No se trata únicamente de contar con buenos datos o buenos modelos, sino de algo a mitad de camino. Estamos intentando juntar ambas cosas, utilizando lo mejor de las ciencias exactas y de las ciencias biológicas”, afirmó.
Los impactos sociales de la inteligencia artificial
Virgilio Almeida, docente del Instituto de Ciencias Exactas de la Universidad Federal de Minas Gerais (UFMG), en Brasil, se refirió a los distintos impactos sociales de las tecnologías de inteligencia artificial. El investigador presentó estudios que muestran de qué manera los algoritmos pueden tener sesgos racistas y sexistas, y llevar a personas anteriormente moderadas hacia los discursos de odio.
La comprensión de estos fenómenos resulta esencial tanto para crear reglas con el objetivo de que las plataformas las apliquen con los usuarios como para establecer regulaciones más amplias, tales como las que están debatiéndose actualmente en la Unión Europea.
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