Imagen: difusión/Aljava
Una startup apoyada por la FAPESP en Brasil está desarrollando pruebas que les suministrarán información más precisa a los oncólogos que sirvan de apoyo en la determinación del abordaje terapéutico más conveniente
Una startup apoyada por la FAPESP en Brasil está desarrollando pruebas que les suministrarán información más precisa a los oncólogos que sirvan de apoyo en la determinación del abordaje terapéutico más conveniente
Imagen: difusión/Aljava
Por Roseli Andrion | Agência FAPESP – Una de las mayores dificultades en los tratamientos oncológicos con quimioterapia, con inhibidores blancos o con inmunoterapia reside en la definición del mejor medicamento en cada caso. Esta decisión se concreta con base en protocolos internacionales que le ayudan al médico a determinar cuál es la mejor conducta en casos de enfermedades avanzadas o metastásicas.
En esos protocolos existen distintas opciones de medicamentos, y el oncólogo considera las especificidades de la enfermedad y las condiciones clínicas del enfermo para tomar su decisión. De este modo, se presenta un panorama en el que no se sabe exactamente cómo será la adaptación a la medicación estipulada.
Durante los ciclos de tratamiento, es común observar que el tumor es resistente a la medicación. En estos casos, es necesario alterarla, según explica Vilma Martins, investigadora del área. “Esto atrasa el tratamiento y provoca una toxicidad innecesaria, causada por una fórmula que no ha funcionado. Asimismo, le genera costos sin necesidad al sistema de salud, que gastará con el empleo de un medicamento ineficaz en dicho caso. Por eso es que acertarle de entrada es la mejor opción”, explica.
Esto sucede porque no existen marcadores genéticos que puedan prever la respuesta a la quimioterapia. Asimismo, aun cuando se aplica la genómica para seleccionar medicamentos que constituyen blancos específicos, no existe una garantía de que el resultado será satisfactorio. “Por eso es esencial contar con test predictores de esta respuesta, para poder decidirse por la mejor conducta terapéutica con relación a cada paciente”, afirma Martins.
A los efectos de atender esta demanda, investigadores de la startup Aljava Biotech, cofundada por ella en la ciudad de São Paulo (Brasil), en sociedad con Tiago Góss y Luciana Osaki, están desarrollando un test que apunta a suministrarles información más precisa a los oncólogos para apoyar la selección del mejor abordaje terapéutico. Como cada individuo es único, los médicos necesitan información personalizada para tomar esta decisión. “La idea es que esta solución pueda predecir con una alta especificidad y sensibilidad qué es más adecuado para el tratamiento de cada paciente”, dice Martins.
Con los tejidos del propio paciente
Merced a la evolución de la investigación en esta área, se ha observado que los organoides, tejidos estructurados en forma tridimensional en laboratorio, mimetizan mejor el organismo del paciente que otras metodologías. En el segmento oncológico, se conoce a esta técnica con el nombre de organoide tumoral o tumoroide. “Al exponérselos a la acción de distintos medicamentos, los tumoroides pueden reproducir la respuesta del paciente a cada uno de estos”, explica la investigadora.
Para comprobar y aplicar este concepto, los científicos de Aljava iniciaron un estudio apoyado por el Programa de Investigación Innovadora en Pequeñas Empresas (PIPE) de la FAPESP. Dicha investigación, coordinada por Martins, fue diseñada en forma conjunto con Góss en el A.C.Camargo Cancer Center. “Dejé el hospital en 2021 y me asocié al Instituto de Ciencias Biomédicas de la Universidad de São Paulo [ICB-USP] como investigadora colaboradora. Allí empezamos a pensar en cómo darle continuidad a este proyecto. Surgió la idea de que todo esto se convirtiera en una empresa, y así nació Aljava”, comenta Martins.
La meta de los investigadores es establecer test funcionales partiendo de las células tumorales de las personas. “La idea es aplicar en esos tumoroides los medicamentos que podrán aplicárseles a los pacientes, para determinar cuáles serán más efectivos”, explica Martins. “Esto puede ocurrir al comienzo del tratamiento o con cada progresión de la enfermedad, por ejemplo.”
Es como si los científicos determinasen cual es la mejor forma de llegar a ese blanco que es la enfermedad. “Nuestros test permitirán que los pacientes reciban tratamientos con mayores probabilidades de éxito”. La idea del blanco se aplicó también para la decisión del nombre de la startup: aljava en portugués es aljaba o carcaj, el estuche en donde los practicantes de arco y flecha almacenan las flechas. “La idea es contar con un conjunto de ‘flechas’ que puedan llegar a los tumores en forma personalizada”, compara Martins.
La prueba de concepto
Para desarrollar esta metodología, la investigadora puso como condición que Aljava estuviese vinculada a un hospital oncológico, lo que desembocó en una colaboración natural con el A.C.Camargo Cancer Center. “Necesitábamos un gran volumen de pacientes porque los test deben estandarizarse”, subraya. “Asimismo, resulta esencial contar con un laboratorio para desarrollar la investigación y con médicos interesados en participar en la elaboración del modelo”. La investigadora pone de relieve que el uso de las infraestructuras del ICB-USP y del A.C.Camargo ha sido sumamente relevante para la realización de las actividades.
Los científicos ahora se encuentran trabajando en la prueba de concepto. “Primeramente, identificamos pacientes metastásicos o con la enfermedad avanzada de los cuales se extraen muestras de tumores. Luego los oncólogos reclutan interesados. Tras el consentimiento de cada participante, se desarrollan los tumoroides y se los trata con las distintas opciones de medicamentos: no hay intervención sobre la decisión del oncólogo. Al final de los ciclos de tratamiento, se mide la respuesta del individuo y se la compara con la del tumoroide. De allí se extrae el valor predictivo del test”, detalla Martins.
El equipo empezó el proyecto con tumores gastrointestinales, que son más prevalentes. “Con base en los resultados positivos de la correlación de los resultados en laboratorio con los del tratamiento de los pacientes, podremos sacar los test al mercado”, estima la investigadora.
Como los investigadores ya han adquirido experiencia con la tecnología de los tumoroides, a partir de ahora, el proyecto ganará en velocidad, especialmente en la inclusión de pacientes. “La idea es contar con productos disponibles a finales de 2025”. Además del apoyo de la FAPESP para llevar a cabo el proyecto, Aljava Biotech recibió recursos de MKM Biotech, un inversor ángel. “Nos brindó soporte financiero y nos ayudó a estructurar la empresa.”
Para que se lo tenga en cuenta, el test debe estar listo a lo sumo en tres semanas. “Ese es el plazo considerado adecuado por los oncólogos para que no se comprometa el comienzo del tratamiento”. En ese lapso, aún existen retos por enfrentarse, pero la investigadora pondera que las dificultades son las mismas para todos los investigadores que poseen proyectos similares.
“Los desafíos en su mayoría se relacionan con las propias células tumorales, que en ocasiones crecen lentamente o ni siquiera llegan a crecer. Esto puede afectar el tiempo disponible para la entrega del resultado o inviabilizar la concreción del test.”
Cuando esté lista, esta tecnología será útil para diferentes tipos de tumores. “Si bien existen diferencias en el cultivo de cada tipo de tejido, el método en sí mismo puede utilizarse para cualquier tumor, incluso con los no sólidos [tales como leucemias y linfomas]”, ejemplifica Martins.
Es esencial contar con este tipo de tecnologías en Brasil. Esto evita el alto riesgo asociado a la logística del transporte internacional de muestras y aporta experiencias mejores a todos los implicados en el proceso, según afirma la investigadora. “Las muestras están compuestas de células vivas que deben procesarse en a lo sumo 24 horas. Es decir, es una logística compleja y que encarece los productos.”
Otras posibilidades
La tecnología que se encuentra en desarrollo en Aljava no se ciñe a la identificación de la mejor alternativa terapéutica destinada a los pacientes oncológicos. Puede aplicarse, por ejemplo, en pruebas preclínicas de la industria farmacéutica para el desarrollo y la aprobación de nuevos medicamentos. “Este proceso es sumamente lento y caro, y los modelos en uso tienen sus limitaciones con relación a la reproducibilidad en los estudios clínicos que se realizan en pacientes”, dice Martins.
Con este panorama, la Food and Drug Administration (FDA), la agencia reguladora de alimentos y fármacos de Estados Unidos –equivalente a la Agencia Nacional de Vigilancia Sanitaria (Anvisa) en Brasil–, ya está autorizando estudios preclínicos con tumoroides. “Existen biobancos de tumoroides creados con material donado por pacientes. Por eso la industria farmacéutica puede testear nuevos compuestos en modelos que reproducen mejor la respuesta de los enfermos. Aljava procura estructurar y aprobar un biobanco para ofrecerle el servicio de test de medicamentos a esas empresas o para la realización estudios académicos”, dice Martins.
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