La 15ª Conferencia FAPESP 60 años, que abordó el tema “Las investigaciones sobre el racismo y sus desafíos en la sociedad contemporánea”, reunió a Eduardo Bonilla-Silva, docente de la Duke University, y Márcia Lima, de la Universidad de São Paulo (foto: Marcelo Camargo/Agência Brasil)
La 15ª Conferencia FAPESP 60 años, que abordó el tema “Las investigaciones sobre el racismo y sus desafíos en la sociedad contemporánea”, reunió a Eduardo Bonilla-Silva, docente de la Duke University, y Márcia Lima, de la Universidad de São Paulo
La 15ª Conferencia FAPESP 60 años, que abordó el tema “Las investigaciones sobre el racismo y sus desafíos en la sociedad contemporánea”, reunió a Eduardo Bonilla-Silva, docente de la Duke University, y Márcia Lima, de la Universidad de São Paulo
La 15ª Conferencia FAPESP 60 años, que abordó el tema “Las investigaciones sobre el racismo y sus desafíos en la sociedad contemporánea”, reunió a Eduardo Bonilla-Silva, docente de la Duke University, y Márcia Lima, de la Universidad de São Paulo (foto: Marcelo Camargo/Agência Brasil)
Por José Tadeu Arantes | Agência FAPESP – El mundo estaría viviendo actualmente una especie de “esquizofrenia racial”. De un lado, cobran volumen manifestaciones muy crudas y violentas de racismo, que se expresan en el discurso político, en los mensajes de odio que circulan en los medios sociales y en conductas individuales extremadamente agresivas. Por otra parte, existe un racismo sistémico, mucho más silencioso, sutil y difícil de detectar, que atraviesa todas las instancias de la vida social y que se oculta bajo la máscara de la “democracia racial”. Como vivimos en sociedades estructuralmente racistas, somos todos “racializados”.
En resumen, esta fue la principal afirmación del sociólogo Eduardo Bonilla-Silva durante la 15ª Conferencia FAPESP 60 años, que tuvo lugar el pasado 19 de octubre con el tema “Las investigaciones sobre el racismo y sus desafíos en la sociedad contemporánea”.
Docente de sociología en la Duke University, en Estados Unidos, Bonilla-Silva fue presidente de la American Sociological Association y es el autor del libro Racismo sem racistas – O racismo da cegueira de cor e a persistência da desigualdade da América (editorial Perspectiva, 2020) [Racismo sin racistas: racismo daltónico y la persistencia de la desigualdad racial en Estados Unidos].
La otra conferenciante del evento, la socióloga Márcia Lima, remarcó el carácter episódico de la legislación racial brasileña. Pese a ser bastante rigurosa en el tratamiento de las manifestaciones extremas de racismo, de los actos singulares, la ley no contemplaría el racismo sistémico o estructural que se expresa de incontables maneras.
Lima es docente del Departamento de Sociología de la Facultad de Filosofía, Letras y Ciencias Humanas de la Universidad de São Paulo (FFLCH-USP) e investigadora asociada del Centro Brasileiro de Análise e Planejamento (Cebrap), en donde coordina el Núcleo de Investigación y Formación en Raza, Género y Justicia Racial (Núcleo Afro).
Bonilla-Silva explicó el “racismo sistémico” o “racismo estructural”, un concepto que se aplica a sociedades en las cuales las recompensas económicas, sociales e incluso psicológicas provienen fuertemente de la raza, lo que favorece a la raza blanca dominante y desfavorece a las razas subordinadas.
Tal como lo detalló el sociólogo, de origen puertorriqueño, el racismo sistémico es histórico (ligado al fenómeno de la esclavitud, entre otras cosas), estructural (influye sobre los mecanismos y sobre las prácticas sociales), colectivo (todos participan, ya sea que se tenga conciencia de ello o no) y posee una base material (se reproduce porque le aporta ventajas a la raza dominante, mientras que las razas subordinadas se ven sistemáticamente perjudicadas). “En la conducta cotidiana y mundana, normativa, expresiva de los hábitos blancos pueden verse los mecanismos del racismo”, dijo.
Según Bonilla-Silva, tras las conquistas obtenidas por los movimientos en pro de los derechos civiles, se cristalizó en Estados Unidos, durante el final de la década de 1960 y el comienzo de la década de 1970, un “nuevo racismo”, que constituye una agregación de prácticas sutiles y aparentemente “más allá de las razas” que ayuda a mantener los privilegios de los blancos y las desventajas de los no blancos.
El sociólogo brindó diversos ejemplos de estas prácticas en las pequeñas acciones de la vida cotidiana, como el tratamiento diferenciado para blancos y no blancos en las tiendas de departamentos, en los restaurantes y en la compraventa de inmuebles en el mercado inmobiliario. “Denomino racismo de ceguera de color a la ideología racial dominante post derechos civiles, anclada en una abstracta y descontextualizada extensión de los principios del liberalismo, que suministra explicaciones aparentemente no raciales para toda una suerte de temas relacionados con la raza”, afirmó.
Lima desarrolló el tema en el contexto brasileño, recordando la afirmación del sociólogo Antonio Sérgio Guimarães, profesor titular sénior del Departamento de Sociología de la FFLCH-USP, de que el racismo constituye un tabú en Brasil. “El racismo siempre se trató aquí como episódico”, sostuvo. Y mencionó como ejemplo la famosa frase, incontables veces repetida, de que “Brasil no tiene racismo porque en Brasil el dinero blanquea”; una afirmación que por sí misma constituye una expresión escandalosa del racismo sistémico o racismo de la ceguera de color debatido durante la conferencia.
La socióloga, que acumula un vasto cuerpo de investigación con enfoque en la conexión entre la desigualdad racial y la desigualdad social, abordó durante la segunda parte de su conferencia los desafíos que los estudios sobre el racismo conllevan en Brasil. “Se trata de investigar este fenómeno en una sociedad cuya marca o herencia es su negación”, enfatizó. Y prosiguió su exposición considerando tres niveles de manifestación del racismo, estructural, institucional y cotidiano, y sus respectivas líneas de investigación.
La apertura de la 15ª Conferencia FAPESP 60 años estuvo a cargo del profesor Luiz Eugênio Mello, director científico de la FAPESP, quien puso de relieve la diferencia entre las opiniones y las evidencias y el rol de las evidencias en la construcción del conocimiento científico. Angela Alonso, docente titular del Departamento de Sociología de la Universidad de São Paulo, investigadora del Cebrap y coordinadora adjunta de Ciencias Humanas y Sociales, Arquitectura, Economía y Administración de la FAPESP, fue la moderadora del evento.
Alonso recordó que cerca de seis millones de africanos fueron transportados como esclavos a Brasil, que la trata solamente terminó por presión externa, y que el movimiento por el fin de la esclavitud involucró a más de 300 asociaciones y la organización de más de 2.000 eventos de protesta en el país, y se prolongó durante más de dos décadas.
“Solamente con la amenazad de una guerra civil, sectores de las elites aceptaron el fin de la esclavitud en 1888. Pero el resultado de ese compromiso fue una ley cortísima, que estableció el fin de la esclavitud sin decir cómo se concretaría ni que destino tendrían los exesclavizados. De este modo, el Imperio de Brasil le legó a la República y los gobiernos republicanos fueron legándose unos a otros la desigualdad racial. La población afrodescendiente vive hasta los días actuales una situación peor que la de los blancos de acuerdo con cualquier métrica que se utilice”, puntualizó la moderadora.
Puede accederse al evento completo en el canal de Agência FAPESP en YouTube.
Para obtener información sobre las conferencias anteriores, ingrese en: 60anos.fapesp.br/conferencias.
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