Uno de cada tres habitantes de la zona que consumen bebidas alcohólicas lo hace excesivamente, según indica una investigación (foto: Wikimedia)
Uno de cada tres habitantes de la zona que consumen bebidas alcohólicas lo hace excesivamente, según indica una investigación
Uno de cada tres habitantes de la zona que consumen bebidas alcohólicas lo hace excesivamente, según indica una investigación
Uno de cada tres habitantes de la zona que consumen bebidas alcohólicas lo hace excesivamente, según indica una investigación (foto: Wikimedia)
Por Diego Freire
Agência FAPESP – De los habitantes de la Región Metropolitana de São Paulo que consumen bebidas alcohólicas, el 29% tiene un perfil de consumo pesado, el cual de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS) se caracteriza por la ingestión de cinco bebidas o más en el caso de los varones y de al menos cuatro en el caso de las mujeres en la misma oportunidad, de mínima una vez por semana.
Esta constatación se desprende de un estudio realizado por científicos del Instituto de Psiquiatría (IPq) de la Universidad de São Paulo (USP), y pone en evidencia los riesgos a los cuales buena parte de la población se expone al exceder los niveles considerados moderados de consumo de alcohol.
Se analizaron datos de entrevistas con 5.037 varones y mujeres mayores de 18 años que viven en los 39 municipios del Gran São Paulo, realizadas para el São Paulo Megacity Mental Health Survey, un estudio llevado a cabo con el apoyo de la FAPESP para formar parte de la Investigación Mundial sobre Salud Mental de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Los análisis se efectuaron en el marco del estudio intitulado Detección de los distintos subgrupos de usuarios de alcohol y factores asociados en la región metropolitana de São Paulo: diferencias entre géneros, datos sociodemográficos y comorbilidades psiquiátricas, llevado adelante también con el apoyo de la FAPESP por Laura Helena Silveira Guerra de Andrade, coordinadora del Núcleo de Epidemiología Psiquiátrica del IPq.
De acuerdo con Silveira Guerra de Andrade, el objetivo consistió en profundizar el conocimiento sobre los usuarios de alcohol en la zona para orientar políticas públicas relacionadas con los perjuicios del consumo excesivo.
“Existen diversas comorbilidades relacionadas con el consumo de bebidas alcohólicas, tales como la ansiedad, la depresión, la mortalidad por enfermedades cardíacas y el cáncer, y, para que las medidas públicas de prevención y control del problema sean eficientes, se hace necesaria una profunda comprensión acerca de qué factores sociodemográficos se encuentran asociados”, declaró a Agência FAPESP.
Los científicos detectaron que de los individuos considerados usuarios regulares de alcohol, que consumen al menos una bebida por mes, un 20% bebe pesado y a menudo, más de tres veces por mes. Tan sólo el 9% bebe pesado y de manera episódica.
“Resulta importante considerar la frecuencia, pues cuanto más veces se toma pesado, más se está expuesto a los riesgos relacionados con ese patrón de consumo”, advirtió Silveira Guerra de Andrade.
Mujeres
En el caso de las mujeres, los riesgos son aún mayores, advierten los investigadores. “La gran sorpresa fue constatar que las mujeres toman excesivamente en igual medida que los varones”, dijo Camila Magalhães Silveira, también del Núcleo de Epidemiología Psiquiátrica.
Entre las personas que consumen alcohol regularmente, el porcentaje de varones y mujeres que lo hacen pesadamente y de forma episódica es el mismo: el 9%.
“La diferencia entre los géneros aparece entre los que toman pesadamente con frecuencia; pero, de todos modos, es muy pequeña: un 22% para los varones y un 16% para las mujeres. Ambos géneros beben igualmente con una frecuencia de dos veces por semana en promedio, y de seis a siete bebidas en cada ocasión”, comentó Magalhães Silveira.
Para la investigadora, los datos revelan un cambio en la relación de la mujer con la bebida. “Se trata de una realidad más reciente, que es consecuencia de la mayor aceptación del consumo de alcohol entre las mujeres. El aumento de los ingresos de las mujeres y la redefinición de sus roles en la sociedad también llevaron a una disminución de los prejuicios, en un fenómeno de convergencia del acto de beber entre los géneros.”
Otro agravante del hábito de tomar alcohol en demasía entre las mujeres se refiere a la franja etaria, mucho más amplia si se la compara con la de los varones que toman con la misma intensidad: los usuarios del sexo masculino que beben de manera pesada tienen entre 18 y 34 años, en tanto que las edades de las mujeres con el mismo patrón de consumo se extiende hasta los 54 años.
“Esto es un agravante, pues expone a mujeres de diversas edades a los perjuicios del consumo excesivo, mientras que en la sociedad y en el marco de las políticas públicas se entiende que el alcohol es un problema de la juventud”, dijo.
De acuerdo con Magalhães Silveira, las mujeres son más vulnerables a los riesgos del consumo excesivo porque su cuerpo encara mayores dificultades a la hora de metabolizar el alcohol, pues tiene menos enzimas que actúan en ese proceso, menos líquido corporal y menos musculatura que los hombres, entre otros factores. “El hábito de tomar puede ser más perjudicial para las mujeres, y entender esto puede ayudar en el cuidado de la salud y el bienestar femenino”, dijo.
La investigación detectó también que el consumo excesivo de bebidas episódico está más asociado a las mujeres desempleadas o que trabajan y menos a las amas de casa o a las jubiladas. Las posibilidades de que una mujer desempleada beba en demasía son dos veces mayores.
Privación social
Aparte de factores tales como el género y la edad, en la investigación se consideró la región de residencia de los consumidores de alcohol para identificar patrones sociodemográficos en el consumo. A tal fin se trazó, en colaboración con el Centro de Estudios de la Metrópolis (CEM), uno de los Centros de Investigación, Innovación y Difusión (CEPIDs) de la FAPESP, un mapa de índices de privación social.
El mapa combina indicadores de privación socioeconómica –ingresos, nivel educativo, tamaño de la familia y porcentaje de familias con mujeres jefas y con bajo nivel educativo– con la estructura etaria de la población.
Se identificaron tres grandes grupos de zonas, divididas entre aquéllas con poca o ninguna privación social, formadas por barrios con mejores condiciones de ingresos y mayor nivel educativo y pocos niños o jóvenes en la familia; las de mediana privación social, con adultos con ingresos situados por debajo del promedio, muchos niños y alta mortalidad entre los adolescentes, y las de alta privación social, con bajísimos ingresos y mujeres muy jóvenes y de bajo nivel educativo al frente de la familia.
De acuerdo con Magalhães Silveira, los patrones de consumo excesivo de bebidas alcohólicas se registran mayoritariamente en las áreas de mayor privación social. “Individuos que residen en barrios más desfavorecidos, con mayor exclusión y mayor privación social, pueden estar más expuestos al estrés, disponer de menos recursos para afrontar el problema y tener menos opciones de diversión en una región de mayor densidad de bares, por lo que podrían ser más propensos al consumo excesivo del alcohol y, por consiguiente, al abuso y la adicción”, dijo.
Al considerar el nivel de ingresos, la mayor concentración de individuos que hacen uso excesivo del alcohol se ubica entre aquéllos cuyas familias ganan menos de 3.918 dólares anuales, esto es, alrededor de 853 reales mensuales.
“Esto pone en evidencia aún más la fuerte relación entre el consumo excesivo de alcohol y las condiciones socioeconómicas de los individuos: cuanto más limitantes, mayores son las posibilidades de exposición a los riesgos del consumo de alcohol en demasía”, afirmó Magalhães Silveira.
Una parte de los resultados de este estudio salió publicada en un artículo de la revista PLoS One, disponible en journals.plos.org/plosone/article?id=10.1371/journal.pone.0108355.
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