Alumnos aprenden a medir la presión arterial durante un taller dedicado a discusiones sobre aterosclerosis, infarto y ACV (foto: Marcelo de Santa Rosa Oliveira - Audiovisual FCM/ Unicamp)

Un centro científico ofrece a estudiantes talleres sobre alimentación sana
05-11-2015

Acciones educativas organizadas por el Centro de Investigaciones en Obesidad y Comorbilidades brindan a alumnos de la enseñanza pública información sobre los alimentos y sus implicaciones para la salud

Un centro científico ofrece a estudiantes talleres sobre alimentación sana

Acciones educativas organizadas por el Centro de Investigaciones en Obesidad y Comorbilidades brindan a alumnos de la enseñanza pública información sobre los alimentos y sus implicaciones para la salud

05-11-2015

Alumnos aprenden a medir la presión arterial durante un taller dedicado a discusiones sobre aterosclerosis, infarto y ACV (foto: Marcelo de Santa Rosa Oliveira - Audiovisual FCM/ Unicamp)

 

Por Noêmia Lopes

Agência FAPESP – Sentados en ronda, alumnos de la enseñanza media juegan con unas cartas tipo Tope y Quartet. Pero, en lugar de comparar modelos de autos o poderes de héroes, conversan sobre cartas que tienen tablas nutricionales de distintos tipos de meriendas más o menos sanas: ¿cuál es el tenor de azúcar, sal, grasas, fibras y vitaminas de cada alimento? ¿Qué significa cada una de estas informaciones? ¿Cómo afecta a nuestra salud la elección de lo que comemos?

Esta disputa forma parte de un conjunto de talleres organizados mensualmente desde abril de 2014 por el Centro de Investigaciones en Obesidad y Comorbilidades (OCRC, por sus siglas en inglés), uno de los Centros de Investigación, Innovación y Difusión (CEPIDs) apoyados por la FAPESP.

Los encuentros transcurren en el anfiteatro y en otros escenarios de la Facultad de Ciencias Médicas (FCM) de la Universidad de Campinas (Unicamp), en São Paulo, Brasil, y reúnen mensualmente a 92 invitados (88 alumnos y cuatro docentes) de dos escuelas de la red educativa pública.

“Apuntamos a mostrarles a los jóvenes que una dieta balanceada ayuda a prevenir el surgimiento de enfermedades tales como la diabetes, la hipertensión y la obesidad. Y más que eso, que la ciencia y particularmente la química de los alimentos no se encuentran únicamente en los libros: están vivas y afectan permanentemente a nuestras vidas”, declaró Ronaldo Aloise Pilli, coordinador de Educación y Difusión del Conocimiento del OCRC, a Agência FAPESP.

Los talleres siempre empiezan con una charla introductoria a cargo de estudiantes de posgrado vinculados a los investigadores del CEPID OCRC. En la última edición, realizada el pasado 11 de septiembre, la encargada de la charla fue Vanessa Bóbbo, alumna de doctorado en la Escuela de Enfermería de la Unicamp.

“Los adolescentes suelen asociar los cuidados del cuerpo únicamente con la apariencia. Nosotros pretendemos llamarles la atención al respecto de que, desde temprano en la vida, las elecciones referidas al menú también influyen sobre algo mucho más importante: nuestra salud y nuestra calidad de vida”, afirmó Bóbbo.

La presentación incluye recursos tales como imágenes de tumblrs, gifs animados y memes, para lograr un lenguaje más aireado; pero la idea es que ese momento sirva como puntapié inicial para entablar debates más profundos a continuación, en los talleres propiamente dichos.

“Después de hablar rápidamente sobre la composición de los alimentos, algo que los alumnos de esa franja etaria ya conocen, conversamos sobre qué, cuánto y cuándo comer, sobre el papel de la insulina en el cuerpo humano, de lo que revelan las etiquetas y de la importancia de los ejercicios físicos, entre otros temas.”

También constituye un objetivo del equipo del OCRC que los alumnos retransmitan la información en el seno de sus familias, para incentivarlas a adoptar hábitos más saludables. “Casi todos tienen un pariente o un conocido que es diabético, hipertenso u obeso. Intentamos aportar esas experiencias al debate y brindar sugerencias relacionadas con nuevos hábitos”, dijo Bóbbo.

Tras la charla inicial, los estudiantes participan en cuatro o cinco talleres divididos en grupos que se turnan en las actividades, también conducidas por alumnos de posgrado. Aparte del “Tope y Quartet” de los alimentos, hay rondas dedicadas a la presión arterial, la aterosclerosis, el infarto y el ACN; el IMC (índice de masa corporal), la masa delgada versus la masa gorda, la alimentación y los ejercicios físicos; la donación de sangre y antígenos y anticuerpos, esta última organizada por profesionales del Hemocentro de la Unicamp.

En colaboración con los educadores

El modelo actual de los talleres se inspiró en un antiguo proyecto del Instituto Nacional de Ciencia y Tecnología (INCT) de Obesidad y Diabetes, financiado por la FAPESP y por el Consejo Nacional de Desarrollo Científico y Tecnológico (CNPq). “Hasta 2013, las actividades de educación del INCT se destinaban a estudiantes de la enseñanza básica y media. Cuando el CEPID OCRC entró en vigor, adoptamos el proyecto y priorizamos la atención de escuelas que se dispusieran a difundir el conocimiento adquirido en los talleres entre otros alumnos, ampliando así aún más el alcance de nuestras acciones”, dijo Cristina Vidrich, gestora de Educación y Difusión del Conocimiento del OCRC.

En la actualidad hay escuelas públicas de Campinas que se acercan al centro de investigación con el objetivo el ingresar en el calendario de los talleres. Pero la iniciativa partió al principio del OCRC, que consultó a las dos direcciones de enseñanza de la ciudad en busca de recomendaciones de los directivos con relación a qué comunidades necesitaban este tipo de atención y divulgación científica.

“Estamos trabajando más intensamente con tres unidades: la Escuela Estadual Barão Geraldo de Rezende, que queda cerca de la Unicamp; la Escuela Estadual Miguel Vicente Cury [ubicada a unos 15 kilómetros del campus]; y la Escuela Estadual Barão Ataliba Nogueira [a unos 13 kilómetros]”, comentó Pilli.

El equipo orienta los educadores a conciliar, en la medida del posible, las demandas del contenido trabajado en la escuela con el contenido que se brinda en los talleres, extendiéndolo también a nuevas acciones y despliegues. Según Pilli, “les compete a ellos definir qué grupos y de qué edades deben venir a los encuentros, de acuerdo con las necesidades de aprendizaje de los alumnos”.

Poco a poco van llegando noticias sobre cómo han hecho los docentes la transposición entre talleres y aulas. “Nos enteramos de un profesor de Matemática que incentivó a sus alumnos a replicar el taller sobre cálculo del IMC entre compañeros de la escuela que no había venido a la Unicamp. Un docente de Geografía y uno de Inglés acordaron una colaboración para investigar costumbres alimentarias y aumento de la obesidad en países de lengua inglesa”, ejemplificó Vidrich.

Joander Rodrigues, profesor de Física de la Escuela Estadual Miguel Vicente Cury, acompañó a sus alumnos al taller del 11 de septiembre. “Ellos tienen la oportunidad de absorber y multiplicar ese contenido al que tienen acceso acá. Y además, pueden sentir despertar el deseo de entrar también al mundo académico, como estudiantes e investigadores”, dijo.

De acuerdo con Pilli, el fomento de ese interés siempre se encuentra entre las metas del OCRC. “Al fin y al cabo”, cuestiona, “¿cómo puede interesarse por la Ciencia un alumnos si no se encanta con ella?”

En 2014, los talleres contaron con 848 participantes, entre alumnos y docentes. En 2015, se calcula que serán 880 hasta el mes de noviembre.

Las escuelas realizan a su vez otras actividades esporádicas, tales como visitas a museos y laboratorios de la universidad, excursiones al Centro Nacional de Investigación en Energía y Materiales (CNPEM) y orientaciones para el montaje de ferias de ciencias.

Sorpresas y descubrimientos

Pesar al fácil acceso que los alumnos tienen a la información, Pilli y Vidrich cuentan que los grupos todavía se sorprenden con la cantidad de azúcar presente en los refrescos, el tenor de grasas de ciertas galletas o el hecho de que las barras de cereales y jugos en cajitas non siempre son las mejores elecciones, dependiendo de los ingredientes que los componen. Con todo, existen sorpresas que suman nuevas opciones al meú.

En la última parada de los talleres, y después de toda la información recibida, se los invita a los grupos a montar meriendas sanas, con derecho a incluir ensaladas y jugos naturales, elecciones que se alejan de las galletas rellenas con leche chocolatada o de las papas fritas con refrescos que tanto aparecen a lo largo del día en las palabras de los adolescentes.

“Hoy le escuché a un chico elogiar el sándwich que se hizo con tomate, zanahoria y lechuga. En cuanto a los jugos, en general los grupos ya llegan preguntando por el azúcar, pero terminan convenciéndose y prueban la bebida sólo con el sabor dulce natural de la fruta”, comentó la nutricionista Carla Bueno, tallerista y doctoranda de la FCM.

“Es una cuestión de deconstruir prejuicios, en ocasiones enquistados hace años, o generaciones. Cuando los padres dicen ‘come la ensalada pues, si no, no hay postre’, la percepción que se crea indica que la ensalada es fea, pero es obligatoria para que luego llegue la recompensa, o sea, el dulce del postre”, dijo Bueno.

“Pero lo sano cuesta caro, ¿no es cierto?”, se escuchó, mientras tanto, en una de las rondas de conversación. “Depende”, respondieron los talleristas, que ejemplificaron: los mismos tres reales que sirven para comprar un chocolate que se termina rápidamente compran un paquete de avena que dura días. Y frutas tales como las bananas, las manzanas o las papayas son más accesibles que los kiwis, las fresas o los maracuyás.

“También trabajamos en ese sentido, para deshacer equívocos”, comentó Pilli. “Aún existen muchos malentendidos al respecto de lo que es alimentación sana, en públicos de todas las edades. Algunos piensan que se trata de consumir productos dietéticos –algo que sólo es necesario en casos específicos. O que las bebidas gaseosas y los chocolates no tienen sal; pero basta leer las etiquetas para verificar que sí tienen. Son malas interpretaciones que intentamos despejar con los alumnos, los docentes y, de ser posible, con sus familias.”

Para Emile Chiareli, de 15 años, la novedad consistió en descubrir cuán importante es encargarse de cada comida del día. "Siempre comí aleatoriamente, cuando tenía ganas, pero ahora voy a intentar prestar más atención al cómo y cuándo comer: a la mañana, a la tarde y a la noche”, dijo.

Educación y difusión del conocimiento

Los 17 CEPIDs que mantiene actualmente la FAPESP tienen como misión desarrollar investigación básica o aplicada con impacto comercial y social relevante, contribuir a la innovación a través de la transferencia de tecnología y ofrecer actividades de extensión para docentes y alumnos de la enseñanza básica y media y para el público en general.

Para saber más, ingrese a la página web: http://cepid.fapesp.br.

 

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