El análisis microscópico confirmó que la estructura circular existente en el área de Colônia, cerca de la represa Billings, se produjo debido al choque de un asteroide o de un cometa (imagen: archivo de Víctor Velázquez Fernández)
El análisis microscópico confirmó que la estructura circular existente en el área de Colônia, cerca de la represa Billings, se produjo debido al choque de un asteroide o de un cometa
El análisis microscópico confirmó que la estructura circular existente en el área de Colônia, cerca de la represa Billings, se produjo debido al choque de un asteroide o de un cometa
El análisis microscópico confirmó que la estructura circular existente en el área de Colônia, cerca de la represa Billings, se produjo debido al choque de un asteroide o de un cometa (imagen: archivo de Víctor Velázquez Fernández)
Por José Tadeu Arantes | Agência FAPESP – Un gran cráter producido por el impacto de un objeto celeste se extiende por una área de 10,2 kilómetros cuadrados en la periferia del municipio de São Paulo (estado de São Paulo, Brasil). Esta formación geológica, denominada cráter de Colônia, se encuentra a menos de 40 kilómetros del hito central de la ciudad: Praça de Sé, la plaza de la catedral, y se ubica en la orilla sudoeste de la cuenca hidrográfica Billings.
Con su interior repleto de sedimentos y su borde cubierto por la vegetación, el cráter permaneció en el ostracismo hasta comienzos de la década de 1960, cuando las fotos aéreas y, posteriormente, las imágenes satelitales, pusieron en evidencia su forma circular característica. La primera referencia en la literatura especializada data de 1961, con la publicación del artículo intitulado “Estudios preliminares de una depresión circular en la región de Colônia: Santo Amaro, São Paulo”, en el Boletim da Sociedade Brasileira de Geologia, firmado por los profesores Rudolph Kollert, Alfredo Björnberg y André Davino, de la Universidad de São Paulo (USP).
Sin embargo, como las estructuras circulares pueden ser producto de factores tales como el vulcanismo, por ejemplo, perduró durante mucho tiempo la duda referente al cráter de Colônia, es decir, si había sido realmente generado por el choque de un cuerpo extraterrestre. Recién en 2013, merced a una investigación llevada adelante por el geólogo Víctor Velázquez Fernandez, docente de la Escuela de Artes, Ciencias y Humanidades de la Universidad de São Paulo (EACH-USP), se reunieron finalmente las evidencias que comprobaron la hipótesis del impacto. Dicho estudio, que prosiguió hasta 2015, contó con el apoyo de la FAPESP y se intituló “Registro de los elementos geológicos y geomorfológicos del cráter de Colônia con miras a establecer una estrategia de gestión y preservación ambiental”.
Y Velázquez y sus colaboradores publicaron un artículo informando sobre las evidencias recabadas en International Journal of Geosciences, intitulado “Evidence of Shock Metamorphism Effects in Allochthonous Breccia Deposits from the Colônia Crater, São Paulo, Brazil”.
En artículos posteriores, el investigador pone de relieve también otro aspecto del tema, que consiste en la caracterización de esa formación geológica como patrimonio natural y área de protección y conservación: “The Colônia Impact Crater: Geological Heritage and Natural Patrimony in the Southern Metropolitan Region of São Paulo, Brazil” y “The Current Situation of Protection and Conservation of the Colônia Impact Crater, São Paulo, Brazil”.
“El impacto produjo un agujero de 3,6 kilómetros de diámetro, unos 300 metros de profundidad y un borde elevado de 120 metros”, declaró Velázquez a Agência FAPESP. “Pero, con el correr del tiempo, y debido al intenso proceso de meteorización característico del territorio brasileño, ese agujero se rellenó por completo de sedimentos y fue cubierto por la vegetación, lo que resultó en un área plana circundada por colinas. Fue una evolución sumamente distinta a la que ocurrió en el Cráter Barringer, en Arizona, Estados Unidos, por ejemplo, donde la estructura geológica quedó prácticamente intacta debido al ambiente desértico.”
“En el caso de Colônia, la forma circular perfecta, registrada en las fotografías aéreas, constituía un fuerte indicio de una estructura de impacto formada por la colisión de un cometa o un asteroide sobre la superficie terrestre. Pero, por sí sólo, ésta no era un dato suficiente como para confirmarla. Por eso tuvimos que hacer el estudio petrográfico, mediante el análisis microscópico de los sedimentos”, prosiguió el investigador.
Según Velázquez, la recolección de material fue posible merced a sondeos realizados en la región para el suministro de agua potable. Las perforaciones, realizadas en el área sedimentaria, llegaron a los 300 metros de profundidad hasta encontrarse con la roca dura. A través de una cooperación vigente en ese momento entre la Compañía de Saneamiento Básico del Estado de São Paulo (Sabesp) y la EACH-USP, se le suministraron a la universidad muestras de sedimentos recolectadas metro por metro para el estudio.
“En las muestras recolectadas, encontramos diversas evidencias. Una de ellas, bastante fuerte, fue la de la transformación de diversos minerales, en particular, cuarzo y zircón. Para la transformación de esos minerales se requiere una presión superior a los 40 kilobares [40 mil veces la presión atmosférica normal] y una temperatura del orden de los 5 mil grados Celsius. Estos niveles de presión y temperatura son característicos de la potente liberación de energía resultante del impacto sobre la superficie terrestre de un objeto proveniente del espacio interplanetario”, informó el investigador.
Con esta y otras evidencias de la misma naturaleza, la hipótesis del impacto quedó demostrada. Y el cráter de Colônia se encuentra ahora debidamente registrada en la Earth Impact Database (EID), una base internacional de datos mantenida por el Planetary and Space Science Centre (PASSC), instalado en la University of New Brunswick, Canadá. La EID contiene la lista completa de las 188 estructuras de impacto confirmadas en todo el mundo.
Un monumento geológico
Los estudiosos aún no saben qué tipo de objeto provocó el impacto, si un cuerpo rocoso o metálico, como el de un asteroide, o un cuerpo constituido por hielo, como el de un cometa. “Pero actualmente existen 50 nuevas muestras en estudio en Canadá, que podrán suministrar los datos que faltan para la determinación del objeto impactante”, afirmó Velázquez.
Cabe esperar que la investigación aún en curso permita establecer con mayor exactitud la fecha del evento. Por ahora, la fecha estimada es bastante imprecisa: se ubica en un intervalo de 5 a 36 millones de años en el pasado. “La importancia de mejorar sustancialmente la datación radica en que esto creará las condiciones necesarias para la realización de un estudio paleoclimático con base en los sedimentos hallados. Al analizar centímetro por centímetro la composición de la columna de sedimentos, desde la profundidad de 300 metros (correspondiente a la fecha del impacto) hasta el nivel de la superficie (correspondiente a la fecha actual), será posible componer un cuadro bastante significativo de la evolución del clima de América del Sur y, por extensión, del mundo”, explicó el investigador.
Por eso el cráter de Colônia posee una importancia inestimable desde el punto de vista científico. Pero, para que su potencial se torne efectivo, es necesario preservar y manejar adecuadamente su patrimonio. La formación fue declarada “monumento geológico” por el Consejo de Monumentos Geológicos del Estado de São Paulo (CoMGeo-SP) en 2009. Así y todo, cuando esa declaración se concretó, parte del área ya se encontraba ocupada.
“En el borde norte existe una ocupación menor y bastante antigua, promovida por colonos alemanes que llegaron a la zona aproximadamente en 1840. Debido a ella, el área recibió inicialmente el nombre de ‘Colônia Alemã’, denominación que cambió para pasar a llamarse únicamente ‘Colônia’ durante la Segunda Guerra Mundial. Pero existe también una ocupación más reciente, mucho mayor y más desordenada, que ocurrió entre las décadas de 1980 y 1990, y que dio origen al barrio de Vargen Grande, que actualmente tiene alrededor de 47 mil habitantes”, dijo Velázquez.
Con sus viviendas precarias y una gran carencia de equipamientos urbanos, Vargen Grande [no confundir con Vargen Grande Paulista, que es un municipio de la Zona Metropolitana de São Paulo, ni con Vargen Grande do Sul, que es un municipio de la Mesorregión de Campinas, en el estado de São Paulo] exhibe los problemas característicos de los barrios periféricos de las grandes metrópolis brasileñas. Como la napa freática está muy aflorada debido a la estructura sedimentaria del terreno, los habitantes ni siquiera tienen la opción de cavar pozos ciegos, de manera tal que los desagües cloacales fluyen a cielo abierto.
“En contraste con el borde norte, el borde sur está ocupado por chacras cuyos propietarios se dedican a la permacultura [agricultura ecológica]. Esto es sumamente interesante, porque es gente comprometida con la preservación del medio ambiente. Existen allí montes densos, con senderos muy apacibles”, comentó el investigador.
La preocupación por conservar el patrimonio geológico llevó Velázquez y a sus colaboradores a incorporar al proyecto de investigación apartados relativos a la preservación ambiental y a la gestión de la área.
“Con el enfoque en la preservación, estamos actuando en tres frentes distintos. Primero, en la creación de un sitio web hospedado en el portal de la USP que permita la visita virtual al cráter, con acceso diferenciado para científicos, estudiantes y público en general. Segundo, en la producción de una historieta en blanco y negro para su distribución en las escuelas de primarias de Vargen Grande, para que los alumnos la coloreen, de manera tal que se sientan responsables del área y se esmeren en su conservación. Tercero, en el trabajo de campo en educación ambiental y turismo ecológico”, detalló.
Velázquez estudia regularmente la zona desde 2005. Y afirmó que en el transcurso de estos 11 años ha testimoniado una lenta pero consistente toma de conciencia de la población local en cuanto a la importancia de preservar esta formación geológica. “Construimos una buena interlocución con las asociaciones vecinales, que están actualmente abocadas a iniciativas tales como el Movimiento Cráter Limpio”, afirmó.
De los 188 cráteres de impacto catalogados por la EID, existen tan sólo dos habitados: Colonia, en Brasil, y Ries, en Alemania. Sin embargo, y a diferencia de lo que sucedió aquí, Ries –cuyos primeros vestigios de asentamientos humanos se remontan al período paleolítico– fue objeto de un adecuado manejo. Alrededor del cráter, de 24 kilómetros de diámetro, se extiende el primer geoparque de Baviera, con 1.800 kilómetros cuadrados de área.
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