Exámenes de resonancia magnética funcional de personas que padecen mareos y que son refractarias al tratamiento sugieren una actividad exacerbada en las vías cerebrales relacionadas con la ansiedad y el miedo (imagen: divulgación)

Un estudio apunta que existe una relación entre el vértigo recurrente y la ansiedad
22-01-2015

Exámenes de resonancia magnética funcional de personas que padecen mareos y que son refractarias al tratamiento sugieren una actividad exacerbada en las vías cerebrales relacionadas con la ansiedad y el miedo

Un estudio apunta que existe una relación entre el vértigo recurrente y la ansiedad

Exámenes de resonancia magnética funcional de personas que padecen mareos y que son refractarias al tratamiento sugieren una actividad exacerbada en las vías cerebrales relacionadas con la ansiedad y el miedo

22-01-2015

Exámenes de resonancia magnética funcional de personas que padecen mareos y que son refractarias al tratamiento sugieren una actividad exacerbada en las vías cerebrales relacionadas con la ansiedad y el miedo (imagen: divulgación)

 

Por Karina Toledo

Agência FAPESP – El equilibrio, que permite a los humanos caminar en tierra firme o enfrentar el mar revuelto sobre una tabla de surf, depende de pequeñas estructuras existentes en el oído interno conocidas como vestíbulo. Junto a la cóclea –la estructura encargada de la audición–, el vestíbulo forma el laberinto.

Una serie de enfermedades que perjudican la función laberíntica, algunas de ellas conocidas popularmente con el nombre de laberintitis, puede interferir en el control del equilibrio y provocar síntomas tales como el vértigo y los mareos, que suelen controlarse en un lapso de entre 1 y 3 meses mediante un tratamiento adecuado.

Sin embargo, en algunos pacientes, el vértigo persiste incluso luego de que la afección laberíntica de base ha quedado compensada y sin ningún otro motivo aparente. Una nueva investigación realizada en la Facultad de Medicina de la Universidad de São Paulo (FMUSP) sugiere que la explicación para estos casos puede radicar en la actividad exacerbada de partes del sistema nervioso central relacionadas con la ansiedad y el miedo.

“Exámenes de resonancia magnética funcional apuntan que existe una diferencia fisiológica en el cerebro de esos pacientes. Si bien las estructuras cerebrales son idénticas a las del grupo de control, las vías relacionadas con la ansiedad y el miedo permanecen más activas que lo normal cuando se las somete a determinados estímulos”, comentó Roseli Saraiva Moreira Bittar, docente de la FMUSP y coordinadora de la investigación que contó con el apoyo de la FAPESP.

Tal como explicó Saraiva Moreira Bittar, en estos casos actualmente clasificados bajo la denominación de vértigo postural y perceptivo persistente (TPPP, por sus siglas en portugués), la enfermedad laberíntica funciona como un gatillo disparador de un trastorno del equilibrio imposible diagnosticárselo y tratárselo mediante los métodos convencionales.

“Luego de que se dispara ese gatillo, la enfermedad entra en móvil perpetuo. Cualquier estímulo, ya sea motor, emocional o situacional, puede activar las vías de la ansiedad y el miedo y causar vértigo. Ese paciente se marea cuando está parado, sentado o acostado. Siente que está flotando o que se va a caer. Nunca está bien y no mejora sin un tratamiento psiquiátrico específico”, dijo Saraiva Moreira Bittar.

Para develar el cerebro

La investigación se encuentra aún marcha en el Hospital de Clínicas de la FMUSP y cuenta con la participación del neurorradiólogo Edson Amaro Junior y de la posgraduanda Eliane Von Sohsten. También colabora el psiquiatra Jeffrey Staab, miembro de la Mayo Clinic, de Estados Unidos.

Actualmente, los científicos están comparando más detalladamente los exámenes de resonancia magnética funcional de portadores de TPPP con los de pacientes que se curaron del vértigo luego del tratamiento (el grupo de control) para descubrir qué es exactamente lo que funciona de manera distinta en el cerebro.

La muestra incluye a 16 mujeres con edades entre 18 y 60 años en cada grupo. Según explicó Saraiva Moreira Bittar, se seleccionaron únicamente mujeres diestras, a los efectos de poder comparar más fácilmente el funcionamiento del cerebro de todas las voluntarias.

Se excluyó a las portadoras de otras enfermedades que podrían afectar la funcionalidad del laberinto, tales como diabetes, hipertensión y trastornos de tiroides. También se excluyeron las voluntarias cuyos exámenes de resonancia revelaron alteraciones en la estructura cerebral.

Se sometió a las voluntarias a una serie de análisis para comprobar que la enfermedad laberíntica de base estaba efectivamente bajo control, además de aplicárseles test con el objetivo de evaluar el perfil de equilibrio, y cuestionarios psiquiátricos que se emplean en el diagnóstico de los trastornos de ansiedad y en la depresión.

Uno de los estudios ya concluidos, que incluyó una muestra de 81 voluntarios (de ambos sexos) y salió publicado en el Brazilian Journal of Otorhinolaryngology, reveló que los portadores de TPPP exhiben un perfil considerado limítrofe para ansiedad y depresión.

“Si bien no puede considerárselos enfermos psiquiátricos, son mucho más sensibles que los pacientes del grupo de control. Exhiben un marcador hasta seis veces más alto en los cuestionarios”, comentó Saraiva Moreira Bittar.

Otro estudio realizado colaboración con Staab, que saldrá publicado en breve, indicó que los portadores de TPPP tienen un perfil de equilibrio distinto con relación al grupo de control. Según Saraiva Moreira Bittar, aun en situaciones tranquilas del cotidiano, las mujeres evaluadas presentaron un nivel de tensión muscular exagerado.

“Caminan sobre el piso como si estuviesen andando sobre una viga estrecha con tacos altos. Pero reaccionan de la misma forma que el grupo de control en una situación de real peligro de caída”, dijo la investigadora.

Si bien los resultados de la investigación son aún preliminares, ya están generando un cambio importante en el tratamiento del TPPP, de acuerdo con Saraiva Moreira Bittar.

“El gran mérito consistió en impulsar la integración de las áreas de otoneurología y psiquiatría. Antes, ninguna de ambas especialidades señalaba a ciencia cierta qué rumbo tomar en estos casos. Los pacientes eran a menudo tratados con antidepresivos, pero sólo la mitad respondía. Actualmente puedo decir que más del 90% de mis pacientes se encuentra bien”, dijo Saraiva Moreira Bittar.

 

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