El principal compuesto del propóleo verde, Artepillin C, es un ácido fenólico derivado de la planta Baccharis dracunculifolia (foto: Michel Stórquio Belmiro/Wikimedia Commons)
Mediante la realización de análisis, se comparó en una investigación el efecto del principio activo Artepillin C presente en el producto en células sanas y en células enfermas, y también se evaluó su efectividad ante la variación del pH del medio
Mediante la realización de análisis, se comparó en una investigación el efecto del principio activo Artepillin C presente en el producto en células sanas y en células enfermas, y también se evaluó su efectividad ante la variación del pH del medio
El principal compuesto del propóleo verde, Artepillin C, es un ácido fenólico derivado de la planta Baccharis dracunculifolia (foto: Michel Stórquio Belmiro/Wikimedia Commons)
Por Thais Szegö | Agência FAPESP – El propóleo se utiliza desde hace mucho tiempo en la medicina popular, y se ha granjeado la atención de la comunidad científica después de que se comprobaron los diversos beneficios que aporta a la salud, lo que comprende su acción antioxidante, antiinflamatoria, antimicrobiana, inmunomoduladora y antitumoral. La composición de esta sustancia varía dependiendo de su origen, su ubicación geográfica y la especie de abeja que la produce. Un equipo conformado por investigadores de la Universidade Estadual Paulista (Unesp), en Brasil, y de la University of Southern Denmark, en Dinamarca, optó por analizar el propóleo verde elaborado por la especie de abeja Apis melifera entre los diversos tipos existentes en el país sudamericano.
El compuesto principal de esta variedad de propóleo es un ácido fenólico llamado Artepillin C, que es un derivado de la planta Baccharis dracunculifolia, popularmente conocida en Brasil como alecrim-do-campo, también llamada chilca y conocida por su acción antitumoral. “Investigaciones anteriores ya habían revelado que el Artepillin C es capaz de alterar modelos de membranas biológicas, delgadas capas que envuelven a las células vivas, fundamentalmente cuando variamos el pH del medio en donde se insertan”, explica Wallance Moreira Pazin, profesor asistente del Departamento de Física y Meteorología de la Facultad de Ciencias de la Unesp, en su campus de la localidad de Bauru, quien tomó parte en el proyecto.
Estos descubrimientos motivaron a los científicos a estudiar los principios bioquímicos de las células tumorales en comparación con las células sanas en contacto con este principio activo. Para ello utilizaron fibroblastos, células que participan en la cicatrización y en el mantenimiento del tejido conjuntivo, y células de glioblastomas, un tipo de tumor cerebral maligno muy agresivo, para representar a las células sanas y a las células enfermas respectivamente. También se concretó una variación del pH del medio de cultivo con el objetivo de evaluar si un microambiente más ácido derivaría en distintos efectos del Artepillin C. “Esto es relevante, pues los tejidos tumorales convierten glucosa en ácido láctico, lo que vuelve más ácido al microambiente extracelular”, comenta Moreira Pazin, autor principal del artículo referente esta investigación publicado en la revista Life.
Luego se analizó el efecto del propóleo sobre las membranas celulares meticulosamente mediante el empleo de técnicas de microscopía óptica, y se verificó así la integridad, la fluidez y las alteraciones morfológicas de estas estructuras. Quedó claro que el Artepillin C interactuó especialmente con las células enfermas, alterando su fluidez y su potencial de reorganización y desencadenando la autofagia, un proceso que provoca la degradación de los componentes de las células.
De acuerdo con Moreira Pazin, este estudio, apoyado por la FAPESP (proyectos 16/09633-4, 17/23426-4, 18/22214-6 y 20/12129-1), aporta a la comprensión de los mecanismos de acción de esta sustancia y suministra insights para la concreción de investigaciones futuras sobre terapias innovadoras referentes al cáncer.
“Así y todo, aun cuando se constate una alta eficiencia en las actividades biológicas demostradas en ensayos in vitro mediante el empleo de esta molécula, cabe hacer hincapié en que ciertas particularidades del compuesto dificultan su administración oral o tópica in vivo, como su escasa eficiencia de absorción y biodisponibilidad”, afirma Moreira Pazin.
“En este marco, para avanzar en la aplicación de Artepillin C en la terapia antitumoral, se hace necesario diseñar estrategias capaces de potenciar su acción terapéutica, mediante el empleo de nanotransportadores que hagan posible la liberación controlada del compuesto, por ejemplo.”
Puede leerse el artículo intitulado pH-Dependence Cytotoxicity Evaluation of Artepillin C against Tumor Cells en el siguiente enlace: www.mdpi.com/2075-1729/13/11/2186.
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