Un artículo publicado en Journal of Psychiatric Research mostró que portadores de trastorno bipolar con niveles bajos de adiponectina presentan un cuadro psiquiátrico y metabólico más grave (Saudades, José Ferraz de Almeida Júnior (1899)/ Wikimedia Commons)

Un estudio pone en evidencia la relación entre enfermedades mentales y metabólicas
25-02-2016

Un artículo publicado en Journal of Psychiatric Research mostró que portadores de trastorno bipolar con niveles bajos de adiponectina presentan un cuadro psiquiátrico y metabólico más grave

Un estudio pone en evidencia la relación entre enfermedades mentales y metabólicas

Un artículo publicado en Journal of Psychiatric Research mostró que portadores de trastorno bipolar con niveles bajos de adiponectina presentan un cuadro psiquiátrico y metabólico más grave

25-02-2016

Un artículo publicado en Journal of Psychiatric Research mostró que portadores de trastorno bipolar con niveles bajos de adiponectina presentan un cuadro psiquiátrico y metabólico más grave (Saudades, José Ferraz de Almeida Júnior (1899)/ Wikimedia Commons)

 

Por Karina Toledo  |  Agência FAPESP – Estudios recientes han demostrado que las enfermedades psiquiátricas –entre ellas el trastorno bipolar y la depresión– están asociadas a menudo con desórdenes metabólicos tales como la diabetes tipo 2, la dislipidemia y la obesidad. Las evidencias científicas sugieren a su vez que tanto la condición psiquiátrica puede influir sobre la evolución del cuadro metabólico como ocurrir comúnmente lo contrario.

Investigadores de la Universidad Federal de São Paulo (Unifesp), en Brasil, observaron esta correlación en el marco de un trabajo recientemente publicado en Journal of Psychiatric Research.

Los datos del estudio realizado con 59 portadores de trastorno bipolar apuntaron que los pacientes con niveles considerados bajos de adiponectina –una hormona producida por el tejido adiposo que ayuda a regular el metabolismo de la glucosa y el de los lípidos– presentaban un cuadro psiquiátrico más grave que los que tenían niveles más altos de dicha proteína.

“En el historial de esos pacientes con niveles bajos de adiponectina observamos una mayor frecuencia de episodios de humor alterado, mayor cantidad de internaciones psiquiátricas, persistencia de síntomas depresivos y peor funcionamiento psicosocial. También padecían más desórdenes metabólicos, tales como intolerancia a la glucosa, diabetes y dislipidemias”, comentó Elisa Brietzke, docente de la Escuela Paulista de Medicina y coordinadora del proyecto, que contó con el apoyo de la FAPESP.

De confirmarse estos hallazgos en futuros estudios, sostuvo Brietzke, el nivel de adiponectina en sangre de pacientes con trastorno bipolar podrá funcionar como un biomarcador auxiliar en el pronóstico y el tratamiento: niveles bajos de esta hormona serían indicativos de una enfermedad más grave, tanto desde el punto de vista psiquiátrico como metabólico.

Asimismo, según la investigadora, los resultados abren el camino hacia nuevos estudios orientados a testear intervenciones que modulen los niveles de adiponectina en los pacientes bipolares.

La investigación se realizó en la Unifesp durante el doctorado de Rodrigo Mansur, actualmente fellow de la Universidad de Toronto, en Canadá. El objetivo inicial consistió en comparar en voluntarios sanos y en portadores de trastorno bipolar los niveles sanguíneos de adiponectina y leptina, otra hormona secretada por el tejido adiposo que desempeña un importante papel en la regulación metabólica y en el control del apetito.

“Estas hormonas actúan tanto en forma local como sistémica. Receptores de estas moléculas se expresan en múltiples regiones cerebrales, y la activación de los mismos produce efectos fisiológicos relevantes. Ambas parecen tomar parte en el control de la respuesta inflamatoria. Alteraciones en la producción de estas hormonas han sido descritas en enfermedades metabólicas tales como la obesidad y diabetes tipo 2. Nuestra línea de investigación se enfoca en la interfaz entre trastornos mentales y enfermedades metabólicas, por ende, tenemos particular interés en mediadores, mecanismos y sistemas que conectan el cerebro y la periferia”, explicó Mansur.

En general no se observaron durante la investigación diferencias significativas en los niveles de las dos hormonas cuando se comparó a los pacientes bipolares con los voluntarios sanos, excepto cuando se observó únicamente a mujeres. Las portadoras de trastorno bipolar tenían niveles más bajos de adiponectina que las mujeres sin la enfermedad.

Sin embargo, a juicio de Brietzke, el resultado más interesante surgió cuando se compararon únicamente los niveles hormonales de los portadores de la enfermedad. “Fue clara la división en dos subgrupos: uno con adiponectina más baja y la enfermedad más grave, y otro con el nivel hormonal más elevado y un cuadro más benigno”, comentó la investigadora.

Mansur añadió que las diferencias se observaron independientemente de factores de confusión, tales como la edad, el tabaquismo y el uso de medicaciones psicotrópicas.

“La principal interpretación indica que existe una asociación directa entre multimorbilidad metabólica y un curso más grave y complicado del trastorno bipolar. De este modo, la adiponectina puede tomarse como un indicador de disfunción metabólica. Pero también es posible que, dada la importancia de la señalización cerebral de la adiponectina, esta molécula también tenga un efecto directo en la estructura y en el funcionamiento cerebral, y, por consiguiente, en la clínica del trastorno bipolar”, comentó.

Con relación a la leptina, no se observaron diferencias significativas en ninguno de los grupos.

El centro versus la periferia

Los estudios realizados por el grupo de la Unifesp se basan en la hipótesis de que el metabolismo periférico y el central están integrados; por ende, la presencia de una comorbilidad metabólica –tal como la diabetes tipo 2– en el trastorno bipolar podría ser el resultado –y/o resultar en– de un funcionamiento cerebral alterado.

“Evidencias que surgen de múltiples líneas de investigación indican que enfermedades metabólicas, aun cuando no estén acompañadas por trastornos psiquiátricos, involucran anormalidades cerebrales tales como la disfunción de los circuitos que regulan el procesamiento emocional y cognitivo. Las enfermedades mentales, incluidas la depresión y la esquizofrenia, se ven diferentemente afectadas por las condiciones metabólicas, aun luego del control de factores de riesgo tradicionales tales como el sedentarismo, la dieta, el tabaquismo y el uso de medicamentos”, comentó Mansur.

Por lo tanto, de acuerdo con los investigadores, el llamado modelo monoaminérgico –enfocado únicamente en neurotransmisores y en terapias con antidepresivos y antipsicóticos– se ha mostrado sumamente insuficiente.

“Esas terapias son capaces de ayudar a una parcela significativa de la población acometida por enfermedades mentales, pero fallan con frecuencia. Estudios muestran índices de respuesta insatisfactoria en el trastorno bipolar de hasta un 50%, por ejemplo. Existe una necesidad urgente de desarrollar modelos teóricos más vastos para comprender la fisiopatología de los trastornos psiquiátricos y promover el desarrollo de terapias genuinamente innovadoras y transformadoras”, afirmó Mansur.

En la actualidad, el investigador participa en Canadá en un estudio destinado a probar la droga liraglutida –originariamente desarrollada contra la diabetes tipo 2– en el tratamiento de déficits cognitivos en individuos con trastornos del humor.

La liraglutida es un agonista del receptor de GLP-1, una hormona inductora de saciedad producida en el intestino delgado, cuya secreción es estimulada por la ingestión de alimentos. La hormona GLP-1 también facilita el uso de glucosa en múltiples tejidos, incluso en el sistema nervioso.

De acuerdo con Mansur, estudios preclínicos mostraron que la liraglutida también posee efectos neuroprotectores y neuroproliferativos, al proteger a las neuronas contra accidentes y estimular el crecimiento de dendritas y conexiones sinápticas. Estos datos sugieren un posible efecto pro cognitivo.

“Nuestros datos preliminares han demostrado una mejora cognitiva global, mediante test que miden la función ejecutiva, la memoria y la velocidad de procesamiento. Nosotros también observamos un efecto en el cerebro, un aumento en un marcador de integridad neuronal, que se correlaciona bien con esa mejora cognitiva. Un aspecto interesante indica que la mejoría ha sido más intensa en los pacientes con resistencia a la insulina, lo cual sugiere que esa población con problemas metabólicos es más responsiva ante una intervención cuyo blanco es una vía metabólica”, dijo Mansur.

No obstante, el investigador hace hincapié en que se trata todavía de un estudio piloto, con una pequeña cantidad de pacientes y sin un grupo placebo. “Pese a ser prometedores, los resultados son preliminares y aún se encuentran en desarrollo”, añadió.

 

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