Investigadores apuntan a entender la historia del séptimo arte en Brasil junto con otras manifestaciones artísticas y culturales (escena de la película Jovens infelizes ou um homen que grita não é um urso que dança, de Thiago Mendonça)
Investigadores apuntan a entender la historia del séptimo arte en Brasil junto con otras manifestaciones artísticas y culturales
Investigadores apuntan a entender la historia del séptimo arte en Brasil junto con otras manifestaciones artísticas y culturales
Investigadores apuntan a entender la historia del séptimo arte en Brasil junto con otras manifestaciones artísticas y culturales (escena de la película Jovens infelizes ou um homen que grita não é um urso que dança, de Thiago Mendonça)
Por Reinaldo José Lopes | Agência FAPESP – El público del siglo XXI, cada vez más acostumbrado a tomar al cine como un espectáculo tecnológico de alto impacto, con pantallas gigantescas, imágenes en 3D y sonido digital, seguramente sentiría una gran extrañeza si volviese en el tiempo para ver los llamados filmes cantantes, comunes en Brasil entre la primera y la segunda década del siglo pasado. Las películas propiamente dichas eran mudas, pero una troupe de artistas, ubicada detrás de la pantalla, tocaba músicas, cantaba e interpretaba los diálogos mientras se desarrollaba la acción.
“Esto muestra de qué manera la relación con la música constituyó un elemento importantísimo para el cine brasileño desde sus albores, y que se intensificó más aún con el surgimiento del cine sonoro”, dijo Luciana Corrêa de Araújo, docente de la Universidad Federal de São Carlos (UFSCar), en São Paulo, e integrante del IntermIdia Project.
Esta iniciativa, financiada por la FAPESP y por el The Arts and Humanities Research Council (AHRC) del Reino Unido, es una colaboración entre investigadores brasileños y británicos cuyo objetivo consiste en entender la historia del cine en Brasil con base en la relación entre las producciones cinematográficas y otras manifestaciones artísticas y culturales, un concepto conocido como intermedialidad.
Los miembros de este equipo internacional realizaron su primer congreso, la I IntermIdia Conference, entre los días 9 y 11 de noviembre de 2016, en la UFSCar.
Este proyecto es fruto de una colaboración de larga data entre los investigadores de la mencionada universidad del interior de São Paulo y el grupo de Lúcia Nagib, brasileña y docente de la Universidad de Reading, en Inglaterra.
“Junto a otros colegas de la UFSCar como Flávia Cesarino Costa, Samuel Paiva y Suzana Reck Miranda, fuimos dirigidos por la profesora Lúcia Nagib o trabajamos con ella. Desde 2011, cuando nos visitó con ocasión del congreso de la Socine [la Sociedad Brasileña de Cine y Audiovisual] de São Paulo y todavía estaba en la Universidad de Leeds, empezamos a gestar este proyecto en común, que obtuvo su aceptación en 2015”, dijo Corrêa de Araújo.
“Durante mucho tiempo se intentó hacer hincapié en aquello que el cine tenía de autónomo y de específico, incluso para delimitar mejor esta manifestación artística y fortalecerla como un campo propio y digno de estudio. Pero esta postura ha venido modificándose con miras a intentar entender mejor esas relaciones con otras formas de arte y no aislar al cine”, destacó.
Según la profesora de la UFSCar, las dos décadas iniciales de la producción cinematográfica luego de la invención de esta tecnología, lo que se conoce como Primer Cine, fueron especialmente fecundas en tal sentido, con los primeros directores de la historia que digerían vorazmente las influencias de manifestaciones artísticas más antiguas tales como el circo, el teatro “serio” y los números musicales populares.
Un trabajo que Corrêa de Araújo presentó durante el mencionado evento ilustra dos resultados inesperados y creativos de ese hibridismo durante de la década 1920, y en ambos casos toma parte el director Luiz de Barros.
En 1924, en colaboración con la compañía de teatro de variedades Jércolis-Villar, dicho director decidió seleccionar a miembros del público para que participaran en las filmaciones de un cortometraje que se rodaría en el propio escenario y se exhibiría al día siguiente. Al mismo tiempo, los propios ensayos de esa película, conducidos por el actor Jardel Jércolis, se transformaron en una especie de improvisación cómica.
Contratado por el exhibidor Francisco Serrador, el director produjo prólogos teatrales de las películas que se exhibirían posteriormente. Eran pequeñas obras basadas en elementos (personajes, escenas y temas) de los filmes propiamente dichos.
Con la llegada de la tecnología del cine sonoro, a partir de la década de 1930, la mezcla de teatro popular y presentaciones musicales daría origen al único género cinematográfico genuinamente inventado en Brasil, según el investigador João Luiz Vieira, de la Universidad Federal Fluminense (UFF), en Río de Janeiro: la llamada chanchada.
De acuerdo con Vieira, quien presentó su análisis del género durante el congreso, los bloques cómico-musicales que componen las chanchadas rompen deliberadamente la coherencia y la previsibilidad del cine tradicional.
No por casualidad, quizá el tema por excelencia de las chanchadas era el Carnaval, lo que las ayudó a incorporar algunos de los elementos claves de esa fiesta popular: inversiones del statu quo, críticas sociales bienhumoradas y aquello a lo que califica como un cierto “horizonte utópico”.
Al mismo tiempo, y paradójicamente, las chanchadas tienen una relación simbiótica con la popularidad comercial de las estrellas de la radio y con la naciente industria musical en el Brasil de ese entonces, en el marco de un proceso al que Rafael de Luna Freire, también de la UFF, califica como “gramofonorradiomanía”.
“Las chanchadas incorporan aspectos de la radio y de las presentaciones en teatros, casinos y boîtes, y terminan asegurando la presencia regular y la supervivencia de la producción cinematográfica en su propio mercado merced a su popularidad”, dijo Vieira.
Un abordaje político
Al dirigir su mirada hacia las producciones de los últimos años, los participantes en el congreso analizaron también las implicaciones políticas de la intermedialidad en el panorama brasileño actual.
Quizá el ejemplo más impactante es el que eligió Reinaldo Cardenuto, de Fundação Armando Alvares Penteado (Faap), en São Paulo: la película Jovens infelizes ou un homen que grita não é um urso que dança [Jóvenes descontentos o un hombre que grita no es un oso que baila], de Thiago Mendonça, que ganó el principal premio de la Muestra de Cine de Tiradentes (Minas Gerais, Brasil) este año.
La obra sigue el cotidiano de un colectivo de jóvenes artistas que experimentan con mezclas de los más variados tipos de creación artística – performances callejeras, teatro, samba, cine– como una forma de mantener vivo el ideario de una izquierda transgresora y revolucionaria.
No obstante, ese ideal paulatinamente se revela inviable y, en última instancia, autodestructivo. “Es como la vida que uno lleva dentro de nuestra burbuja progresista de Facebook, que es agradable, pero que no tiene conexión con lo que existe afuera”, dijo Cardenuto.
Más información en: www.reading.ac.uk/intermidia.
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