Ingrid Lessa Costa da Silva (destacada), de 14 años, del SESI 345 de la localidad paulista de Ribeirão Preto, participó en el grupo que, bajo la supervisión de la posdoctoranda Lilian Figueiredo Moreira, cultivó en laboratorio células de un riñón humano: desde la organización necesaria y la preparación del medio hasta los procedimientos de congelamiento, descongelación y centrifugación (foto: CTC/ USP)
La Casa de la Ciencia, del Hemocentro de la ciudad Ribeirão Preto, brazo educativo de un CEPID apoyado por la FAPESP, acerca a científicos, docentes de la enseñanza básica y alumnos
La Casa de la Ciencia, del Hemocentro de la ciudad Ribeirão Preto, brazo educativo de un CEPID apoyado por la FAPESP, acerca a científicos, docentes de la enseñanza básica y alumnos
Ingrid Lessa Costa da Silva (destacada), de 14 años, del SESI 345 de la localidad paulista de Ribeirão Preto, participó en el grupo que, bajo la supervisión de la posdoctoranda Lilian Figueiredo Moreira, cultivó en laboratorio células de un riñón humano: desde la organización necesaria y la preparación del medio hasta los procedimientos de congelamiento, descongelación y centrifugación (foto: CTC/ USP)
Noêmia Lopes, de Ribeirão Preto | Agência FAPESP – En 2001, Ádamo Davi Diógenes Siena tenía 12 años y quería ser arquero de fútbol. Estudiaba en una escuela de la red pública de enseñanza de Ribeirão Preto, ciudad del interior de São Paulo, y no se imaginaba que su participación en un programa sobre investigación científica le daría un nuevo rumbo a sus sueños de niño.
Ese año, Siena conoció la Casa de la Ciencia, recientemente abierta entonces en el Hemocentro de Ribeirão Preto, como brazo educativo del Centro de Terapia Celular (CTC), uno de los Centros de Investigación, Innovación y Difusión (CEPIDs) financiados por la FAPESP.
Allí, investigadores, maestros de la enseñanza básica y sus alumnos cuentan con un lugar de encuentro y de intercambio de conocimientos que cobra forma fundamentalmente a través de la orientación hacia la investigación científica, con apoyo por la vía de charlas temáticas, prácticas de laboratorio, observaciones y recolecciones en campo, registros de procesos y resultados y evaluación de proyectos.
El contacto con esa atmósfera hizo que Siena cambiase la pelota de fútbol por la biología molecular. “Me gustó tanto estudiar microorganismos que no dejé más”, declaró a Agência FAPESP.
Fueron pocos años entre sus primeros experimentos y su graduación en la carrera de Ciencias Biológicas de la Universidade Estadual Paulista (Unesp) de la ciudad de Jaboticabal. Siena tampoco tardó en volver a la Casa de la Ciencia, en donde trabajó como integrante del equipo hasta 2013. Actualmente, cursa su maestría en la Facultad de Medicina de Ribeirão Preto de la Universidad de São Paulo (FMRP/USP) y es colaborador de la Casa.
Historias como la de Siena llevan a que Marisa Ramos Barbieri, coordinadora de Educación y Difusión del Conocimiento del CTC y docente jubilada del Departamento de Biología de la Facultad de Filosofía, Ciencias y Letras de Ribeirão Preto (FFCLRP/ USP), celebre la consolidación de un método de trabajo que desde hace 14 años lleva a que la enseñanza se aproxime a la investigación científica.
“Hoy en día funcionamos haciendo las veces de puente entre la escuela y la universidad. Pero esto ha sido una lenta conquista, que requiere una permanente renovación de vínculos. Sucede que la formación de los docentes de la enseñanza básica falla al apartarlos de la investigación, y la formación de posgrado falla al alejar a sus alumnos de la enseñanza. Es necesario concretar colaboraciones duraderas, capaces de ir mucho más allá de acciones tales como las visitas al campus”, dijo.
Un ejemplo de esta necesidad era lo que se observaba en uno de los patios del Hemocentro de Ribeirão Preto el día 25 de junio, cuando más de 80 alumnos, con edades a partir de los 12 años, presentaban los resultados de investigaciones científicas realizadas en el transcurso de un semestre con el apoyo de sus maestros de escuela y bajo la dirección de estudiantes de posgrado e investigadores de la USP y del Hemocentro.
Este evento, denominado El Mural de la Casa de la Ciencia, ya va por su 21ª edición y constituye la culminación bianual de los programas Adopte a un Científico y Pequeño Científico, mantenidos por Casa de la Ciencia. En el marco del primero de ellos, creado en 2004, se realizan encuentros semanales en el turno opuesto al de las clases regulares, y consiste en la concreción de charlas y grupos de estudios vinculados con áreas tales como terapia celular, neurociencia, genética, epidemiología y parasitología.
“En 2012, como un despliegue del mismo, se implementó el proyecto Pequeño Científico: se invita a los alumnos participantes en Adopte a un Científico a integrar proyectos que se ubican más cerca de la iniciación a la investigación científica, previamente planificados por los disertantes, estudiantes de posgrado que actúan también como supervisores”, explicó Barbieri.
Durante seis meses, los alumnos se reúnen semanalmente con sus supervisores, siempre después de las charlas y durante alrededor de 45 minutos. Casi todos los encuentros se realizan en la Casa de la Ciencia del Hemocentro, pero algunos grupos se desplazan por el campus de la USP, de acuerdo con las exigencias del trabajo que estén desarrollando. “Este año, por ejemplo, uno de ellos fue hasta Radiología y otro hasta el sector de Genética de la Facultad de Medicina. Un tercer grupo, que estudiaba la depresión, se llegó hasta el Hospital de Día”, comentó Barbieri.
“La diversidad de temas es sumamente rica. Como formamos parte de un centro de investigación vinculado a la salud, la mayoría de los proyectos termina insertándose en el área de ciencias biológicas. Pero también hay proyectos que abordan música, fotografía y matemática, entre otros temas”, dijo el biólogo Fernando Rossi Trigo, integrante del equipo de Casa de la Ciencia.
Aparte del apoyo de la FAPESP, Casa de la Ciencia también cuenta con financiación del Instituto Nacional de Ciencia y Tecnología en Terapia Celular (INCTC), del Consejo Nacional de Desarrollo Científico y Tecnológico (CNPq) y del Hemocentro de Ribeirão Preto.
El impacto en la enseñanza y el aprendizaje
Se considera que el contenido discutido e investigado en el marco de las actividades del proyecto Pequeño Científico resulta de enorme relevancia para los estudiantes, tanto es así que, para que otros alumnos de la zona puedan participar, los docentes promueven una especie de rotación dentro de sus respectivas unidades educativas. Asimismo, el equipo organiza actividades similares a las del programa en enero y en julio, para aquéllos que no logran frecuentar la Casa de la Ciencia durante los meses del período lectivo. Pero la experiencia de Barbieri muestra que el reflejo en el aprendizaje supera los límites curriculares.
“Cuando les preguntamos a los ex participantes cuál fue la mayor influencia que ejerció Casa de la Ciencia en sus vidas, son unánimes al afirmar que aquí aprendieron más que contenidos: aprendieron a estudiar. ¿Cómo? Pues relacionando conceptos durante las charlas y en los grupos de investigación, al registrar los aprendizajes, y fundamentalmente, al formular preguntas”, dijo.
O en las palabras de Olavo Caetano Inácio, de 13 años, alumno de la EMEF/ Técnico en Química de la ciudad de Luiz Antonio, situada a unos 50 kilómetros de Ribeirão Preto, durante las presentaciones del Mural: “Uno empieza a ver el mundo de otra manera, con una mirada científica: quiere entender cómo funcionan las cosas”.
“Para nosotros queda claro que los alumnos se sienten constructores de conocimiento, capaces de tener ideas, de relacionar conceptos y de crear hipótesis, así como lo hacen los científicos”, afirmó Flávia Fulukaba do Prado, veterinaria y becaria en Casa de la Ciencia por el INCTC. “Y todo eso lo hacen en grupo, con la riqueza del intercambio de conocimientos entre distintas edades, escuelas y repertorios. Y sale muy bien”, añadió.
Barbieri, Rossi Trigo, Fulukaba do Prado y los demás miembros del equipo comentan que el cambio de actitud es tan grande que termina por extrapolar las clases de Ciencias: los alumnos intentan llevar los procedimientos y prácticas del Pequeño Científico a las clases de Historia y Geografía, por ejemplo.
Las actividades regulares del programa a menudo también se extienden, por iniciativa de los propios grupos, a foros, blogs, perfiles colectivos en las redes sociales y obras de teatro con montaje en las escuelas.
“Otros beneficios que detectamos a menudo son un mayor interés en los estudios y mejoras en el rendimiento escolar, como así también la madurez necesaria como para editar el material de las investigaciones y hacer presentaciones orales, habilidades éstas que se ejercitan en la planificación del Mural”, afirmó Barbieri. “Eso sin contar que existen varios casos de alumnos que llegan sin saber nada sobre tareas sencillas, tales como realizar mediciones y trabajar con tubos de ensayos, lupas y microscopios, y terminan por dominarlas acá con nosotros.”
Los restantes actores implicados en el proceso también acumulan beneficios. “Los docentes pueden participar en las charlas y en las demás iniciativas de los programas. Hemos dictado cursos de especialización y de formación para docentes. Creemos que, de mínima, la investigación brinda un enorme aporte a aquéllos que educan, y que consiste en transmitir la cultura de la documentación, del registro para la creación de memoria y para la evaluación de resultados”, dijo Barbieri.
En tanto, entre los estudiantes de posgrado, la coordinadora recordó que existe una buena capacitación en lo que respecta a la supervisión, importante tanto en el presente, al compartir conocimientos con los alumnos de la enseñanza básica, como en el futuro, en caso de que vayan a dirigir a estudiantes de maestría y doctorado en el decurso de sus carreras académicas.
La cantidad de interesados en actuar como supervisores de alumnos y evaluadores del Mural viene aumentando. El día del evento, los que evaluaban observaban si los proyectos tenían una pregunta inicial, si la misma había sido respondida, si habían surgido nuevas hipótesis a lo largo del proceso y si se estaban comunicando correctamente el desarrollo de la investigación y de sus resultados, entre otros aspectos.
“El ciclo virtuoso que se ha formado en torno de los programas de Casa de la Ciencia hace que cada vez más gente conozca la iniciativa. Siempre vamos a las escuelas y a las secretarías de educación de Ribeirão Preto y la zona a invitar a alumnos y docentes. Desde el año pasado, estamos recibiendo una demanda mayor que la cantidad de vacantes. Con todo, persisten ciertos obstáculos, tal como la necesidad conseguir transporte a cargo de las alcaldías”, comentó Barbieri.
Otras iniciativas
Despliegues que nacen de actividades presenciales enriquecen el contenido disponible en el sitio web de Casa de la Ciencia, que recibe 36 mil accesos mensuales en promedio y cuenta casi 1.600.000 accesos desde que se creó la actual plataforma, en 2009.
La sección Adopte en Pauta, por ejemplo, reúne textos elaborados el equipo de la Casa a partir de las filmaciones de los encuentros semanales del programa Adopte a un Científico.
“Los registros se basan en las charlas, en la interacción entre los profesionales que las dictan y los alumnos, y están transformándose en artículos de divulgación científica, tal como podemos notarlo por los comentarios y los correos electrónicos que recibimos, que se utilizan en clase en escuelas y facultades”, dijo Gisele Oliveira, periodista de Casa de la Ciencia. Para ilustrar el alcance de tal repercusión, ella hace mención a un texto sobre teratomas, tema de una charla dictada en 2013, que ya recibió casi 30 mil clics.
Adopte un Experimento es otro caso análogo. Se trata de una sección de videos organizada por Ádamo Siena mientras fue integrante fijo del equipo. “Veíamos que muchos alumnos tenían poco contacto con la práctica de realizar experimentos, y aspirábamos a atraer más grupos a nuestro laboratorio. Como eso no era posible, decidimos dedicarnos a hacer filmaciones de tres o cuatro minutos con preguntas, procedimientos y un desafío, mediante la utilización de instrumentos sencillos tales como semillas, hojas y globos, para que la propuesta pudiese replicarse”, comentó.
Si bien en el pasado Casa de la Ciencia producía un periódico impreso y reservaba al sitio web únicamente complementos, hoy en día la dinámica se ha invertido, y existe una producción de contenido exclusivo y completo para la plataforma online. “La página es un instrumento fundamental. No imaginaba el papel que tendría: su producción es más barata, promueve la interacción a través de los comentarios y los enlaces con nuestras redes sociales y amplia el alcance del Pequeño Científico”, dijo Barbieri. El equipo pretende reformularla, mejorando su presentación visual y la organización de la información.
Educación y difusión del conocimiento
Los 17 CEPIDs que mantiene actualmente la FAPESP tienen la misión de desarrollar investigación básica o aplicada con impacto comercial y socialmente relevante, contribuir a la innovación mediante la transferencia de tecnología y ofrecer actividades de extensión a docentes y alumnos de la Enseñanza Básica y Media y al público en general.
Este mes, representantes de los centros de investigación estuvieron presentes en la 67ª Reunión Anual de la Sociedad Brasileña para el Progreso de la Ciencia (SBPC), que se realizó en la Universidad Federal de São Carlos (UFSCar), para presentar proyectos y resultados.
Para saber más, ingrese al sitio wb: http://cepid.fapesp.br.
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