La transmisión entre murciélagos y zarigüeyas puede darse mediante la interacción entre estos animales que compiten por sus hábitats (foto: Alex Popovkin/Wikimedia Commons)
El ejemplar de esta especie, también conocida como comadreja overa en Sudamérica, fue hallado muerto en el interior del estado de São Paulo, Brasil, y estaba contaminado con la misma variante vírica de los murciélagos frugívoros. Por ser comunes en las ciudades y a menudo sufrir ataques de perros, estos mamíferos pueden erigirse como importantes centinelas para la vigilancia de dolencias infecciosas
El ejemplar de esta especie, también conocida como comadreja overa en Sudamérica, fue hallado muerto en el interior del estado de São Paulo, Brasil, y estaba contaminado con la misma variante vírica de los murciélagos frugívoros. Por ser comunes en las ciudades y a menudo sufrir ataques de perros, estos mamíferos pueden erigirse como importantes centinelas para la vigilancia de dolencias infecciosas
La transmisión entre murciélagos y zarigüeyas puede darse mediante la interacción entre estos animales que compiten por sus hábitats (foto: Alex Popovkin/Wikimedia Commons)
Por André Julião | Agência FAPESP – Investigadores de la Universidad de São Paulo (USP) y del Instituto Adolfo Lutz (IAL, el laboratorio público de referencia del estado paulista), aparte de profesionales de la salud de instituciones públicas de los municipios de São Paulo y Campinas, determinaron la causa de la muerte de una hembra de zarigüeya (Didelphis albiventris) –un mamífero también conocido como comadreja overa o gambá, saruê o sariguê en Brasil− cuyo cuerpo fue hallado en 2021 en el Parque Bosque dos Jequitibás, en la zona central del municipio de Campinas, estado de São Paulo, Brasil: meningoencefalitis causada por infección con el virus de la rabia.
Este resultado, publicado en la revista Emerging Infectious Diseases, enciende una luz de alerta acerca de la presencia de este virus mortal para los humanos en el ambiente urbano.
“La variante de la rabia de los perros no se detecta más en el estado de São Paulo debido al éxito de las campañas de vacunación de los animales domésticos. Por eso es importante monitorear a otros mamíferos que puedan ser vectores del virus, fundamentalmente a los animales que quedan desatendidos en el marco de este tipo de control, como las zarigüeyas”, advierte Eduardo Ferreira Machado, quien llevó adelante este trabajo durante su doctorado en la Facultad de Medicina Veterinaria y Zootecnia de la USP (FMVZ-USP) con una beca de la FAPESP.
Los signos neurológicos de la enfermedad detectados en el animal sugieren la forma que causa parálisis y que transmiten los murciélagos. La detección de partículas víricas en otros órganos indicó a su vez que la infección se encontraba en la etapa de dispersión sistémica.
La zarigüeya en cuestión fue una de las 22 testeadas para la rabia y otras enfermedades por el equipo en 2021, en el marco de un proyecto de vigilancia epidemiológica realizado en colaboración con la Secretaría Municipal de Salud de São Paulo y el Centro de Control de Zoonosis de Campinas.
Ese mismo año, el equipo analizo también a 930 murciélagos, 30 de ellos positivos para rabia. Entre los infectados, la mayor parte (17, o el 56,7 %) correspondía a especies frugívoras del género Artibeus. Los otros 13 (un 43,4 %) eran insectívoros de tres géneros distintos.
En una muestra de cerebro de zarigüeya (Didelphis albiventris), la imagen en el microscopio indica la presencia de antígenos del virus de la rabia en las neuronas (señalados con las flechas) (foto: Eduardo Ferreira Machado)
Un puente hacia los humanos
La transmisión entre los murciélagos y las zarigüeyas puede darse debido a la interacción entre estas especies de animales, que compiten por hábitats tanto naturales (la parte alta de los árboles) como aquellos que los humanos proveen (los altillos de casas, por ejemplo).
En 2014, se notificó un caso de rabia en un gato en Campinas. El virus correspondía a una variante hallada en murciélagos. Al igual que los gatos, las zarigüeyas también pueden depredar a esos animales, lo que lleva a la hipótesis más probable para la transmisión.
Los investigadores ponen de relieve también que, de las 22 zarigüeyas analizadas, 15 habían muerto como consecuencia de haber sido atacadas por perros. “Los perros podrían hacer las veces de puente entre las zarigüeyas y nosotros al trasmitirles la rabia y otras enfermedades a los humanos. De allí también la importancia de monitorear a los animales silvestres que viven en las ciudades”, añade Ferreira Machado.
Según José Luiz Catão Dias, docente de la FMVZ-USP y director de tesis de Ferreira Machado, las zarigüeyas son estratégicas para la concreción de este tipo de vigilancia, toda vez que se adaptan muy bien a los ambientes urbanos, sin que necesariamente hayan dejado de interactuar con las áreas silvestres.
“Aun así, no se las tiene en cuenta. No se sabe casi nada de las enfermedades que pueden tener y trasmitirnos eventualmente”, dice el investigador, quien coordina el proyecto intitulado “Patología comparada e investigación de enfermedades en marsupiales neotropicales del orden Didelphimorphia: una propuesta de vigilancia en un grupo de mamíferos desatendido en los estudios de sanidad de la fauna silvestre”, apoyado por la FAPESP.
Los autores recuerdan que un estudio de la década de 1960 sugirió que las zarigüeyas serían resistentes al virus de la rabia, un argumento que cobró fuerza debido a que han surgido escasos informes de casos de la enfermedad en estos animales.
Se sugirió que su baja temperatura corporal (entre 34,4 °C y 36,1 °C) y sus pocas chances de sobrevivir a un ataque de un animal con rabia eran las probables causas de los escasos registros de esta enfermedad en las zarigüeyas de América del Norte, toda vez que los carnívoros silvestres constituyen reservorios naturales del virus.
Pero el estudio brasileño muestra que la transmisión existe y debe monitoreársela.
Los investigadores siguen investigando animales muertos que llegan al Centro de Patología del IAL, tanto para monitorear la presencia de rabia como también de otras enfermedades.
Una de las ideas con miras a proseguir los estudios consiste en concretar colaboraciones con instituciones en otros países que efectúen la vigilancia de marsupiales como las zarigüeyas, como Australia, por ejemplo.
“Allá tienen bastante experiencia en esta área y podemos efectuar comparaciones que les resulten útiles a ambos países”, culmina diciendo Catão Dias.
Puede leerse el artículo intitulado Naturally Acquired Rabies in White-Eared Opossum, Brazil en el siguiente enlace: wwwnc.cdc.gov/eid/article/29/12/23-0373_article.
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