Es una spin-off de la City University of New York (CUNY), y está desarrollando una plataforma destinada a decodificar el olfato humano, con aplicación en el diagnóstico de ciertas enfermedades como el párkinson (Paul Feinstein, profesor asociado de la CUNY y director de MouSensor, Inc, durante su conferencia en la FAPESP Week New York/ foto: Maria Fernanda Ziegler, Agência FAPESP)

Una empresa de biotecnología estadounidense digitalizará olores
29-11-2018
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Es una spin-off de la City University of New York (CUNY), y está desarrollando una plataforma destinada a decodificar el olfato humano, con aplicación en el diagnóstico de ciertas enfermedades como el párkinson

Una empresa de biotecnología estadounidense digitalizará olores

Es una spin-off de la City University of New York (CUNY), y está desarrollando una plataforma destinada a decodificar el olfato humano, con aplicación en el diagnóstico de ciertas enfermedades como el párkinson

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Es una spin-off de la City University of New York (CUNY), y está desarrollando una plataforma destinada a decodificar el olfato humano, con aplicación en el diagnóstico de ciertas enfermedades como el párkinson (Paul Feinstein, profesor asociado de la CUNY y director de MouSensor, Inc, durante su conferencia en la FAPESP Week New York/ foto: Maria Fernanda Ziegler, Agência FAPESP)

 

Por Maria Fernanda Ziegler, desde Nueva York (EE.UU.)  |  Agência FAPESP – La empresa de biotecnología MouSensor, Inc., una spin-off de la City University of New York (CUNY), está desarrollando una plataforma con miras a digitalizar los olores que detecta el olfato humano.

“Es lo mismo que hizo Google con los datos: eso es lo que pretendemos hacer con el olfato. Ellos organizaron la información y la volvieron accesible. Nosotros pretendemos estructurar la primera base de datos digital del olfato”, dijo Paul Feinstein, profesor asociado de la CUNY y director de MouSensor, Inc, durante su conferencia en la FAPESP Week New York.

Este encuentro, que tuvo lugar en la City University of New York (CUNY) entre los días 26 y 28 de noviembre de 2018, reunió a investigadores brasileños y estadounidenses con el objetivo de estrechar las colaboraciones en el ámbito de la investigación científica.

Feinstein cuenta con un extenso estudio académico en el área del olfato que se remonta hasta el año 1986. En un artículo publicado en la revista Cell en 2016, su equipo describió el desarrollo de ratones transgénicos con un olfato aguzado. En el marco de dicho estudio, los investigadores introdujeron el gen receptor de olor en el ADN de los ratones. Y de ese modo se los pudo sintonizar para que expresasen distintos niveles de sensibilidad ante cualquier olor.

El desarrollo de los ratones superhusmeadores sirvió de base para la creación de la tecnología denominada nose-on-a-chip en la empresa, capaz de detectar olores. “La compañía cuenta con dos objetivos principales: decodificar el olfato humano y utilizar el olfato como base en el diagnóstico de enfermedades tales como el párkinson, la tuberculosis y el cáncer, por ejemplo”, dijo.

Feinstein comenta que el segundo objetivo de la empresa surgió de una idea de Charlotte D'Hulst, quien estuvo bajo su supervisión durante su posdoctorado. D'Hulst es la primera autora del artículo publicado en Cell. “Quizá por eso ella es la CEO de la empresa, y yo el CSO [Chief Science Officer]”, dijo.

Durante su conferencia, el investigador comentó que el olor puede servir de indicador de una serie de enfermedades. “Hoy en día es posible diagnosticar la tuberculosis por el olor. Parientes de pacientes con párkinson han informado acerca de la alteración del olor de esos pacientes años antes de que exhiban los primeros síntomas de la enfermedad”, dijo.

De este modo, sería posible avanzar en aquello a lo que Feinstein suele darle el nombre de olorómica. “Si bien los receptores del olfato fueron identificados en el año 1991, el accionamiento del sistema olfativo aún no ha sido muy bien comprendido. Tan sólo el 10% de todos los receptores del olfato humano posee un ligando conocido. No hemos avanzado prácticamente nada. A decir verdad, aún estamos en la edad de piedra. La razón de este atraso reside en que es notoriamente difícil que los receptores de los olores se expresen fuera de su ambiente originario”, dijo.

En 1991, los científicos estadounidenses Linda Buck y Richard Axel resolvieron el misterio referente a cómo hace el cerebro para reconocer y distinguir uno entre más de 10 mil olores distintos al identificar los receptores del olfato. Este descubrimiento les redituó el Premio Nobel de Fisiología en 2004.

De acuerdo con este descubrimiento, los mamíferos tienen una serie de neuronas sensoriales en sus narices, y cada una de éstas se encuentra equipada con un sensor químico único, denominado receptor, que detecta un olor específico. En los ratones, al igual que en los seres humanos, cada neurona selecciona tan sólo un receptor. Conjuntamente, las neuronas determinan una distribución uniforme de los receptores, de manera tal que cada uno de los mil receptores distintos está representado en alrededor del 0,1% de las neuronas.

“Estamos desarrollando la herramienta para resolver un problema de 30 años en el campo de la olorómica: la decodificación del olfato. Podemos traducirla en un chip e identificar una firma por cada tipo de aroma existente en el planeta", dijo el investigador.
 

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