Científicos vinculados al Structural Genomics Consortium (SGC) presentaron la propuesta en la revista Nature Reviews Drug Discovery (imagen: divulgación)
Científicos vinculados al Structural Genomics Consortium (SGC) presentaron la propuesta en la revista Nature Reviews Drug Discovery
Científicos vinculados al Structural Genomics Consortium (SGC) presentaron la propuesta en la revista Nature Reviews Drug Discovery
Científicos vinculados al Structural Genomics Consortium (SGC) presentaron la propuesta en la revista Nature Reviews Drug Discovery (imagen: divulgación)
Por Karina Toledo
Agência FAPESP – El objetivo principal del Structural Genomics Consortium (SGC), durante sus 10 años de existencia, ha sido acelerar el avance de la ciencia básica necesaria para el desarrollo de nuevos fármacos, mediante la colaboración entre las universidades, los gobiernos y la industria farmacéutica en un ambiente de acceso abierto al conocimiento.
Y ahora, el SGC propone extender su modelo de colaboración libre de patentes (open source) a la etapa siguiente del proceso de descubrimiento de drogas: los ensayos preclínicos realizados con células y tejidos de pacientes junto con laboratorios de investigación. La idea se presentó en un comentario publicado recientemente en la revista Nature Reviews Drug Discovery.
“Los dos principales objetivos de nuestra iniciativa consisten en expandir la comprensión de las bases moleculares del cáncer y de las enfermedades inflamatorias (como así también de otras enfermedades, en la medida en que nuestra red crezca) y detectar blancos específicos que puedan modularse farmacológicamente, a los efectos de mejorar el fenotipo de esas afecciones”, afirman los autores del artículo.
Entre los firmantes del comentario se encuentran los brasileños Katlin Brauer Massirer y Mário Henrique Bengtson, ambos investigadores de la Universidad de Campinas (Unicamp), en São Paulo, Brasil, e integrantes del centro vinculado al SGC que se inauguró recientemente, con el apoyo de la FAPESP (lea más en: http://agencia.fapesp.br/20873).
“Esta idea sería una continuación del trabajo que el SGC viene desarrollando. Actualmente, el consorcio desempeña la función de generar moléculas con potencial para convertirse en fármacos. El artículo apunta a mostrar que, aunque que se hallen compuestos con acción biológica, todavía hay un largo camino por recorrerse hasta que se los ensaye en pacientes y muestren su eficacia”, afirmó Massirer.
El SGC quedó oficializado en 2004 con el objetivo de promover la investigación básica en áreas consideradas de alto riesgo –tal como la de epigenética–, para las cuales sería difícil obtener financiación a través de los métodos tradicionales. El foco inicial consistía en investigar las diferencias genéticas entre los seres humanos. Luego el grupo se abocó al estudio de la estructura tridimensional de proteínas de relevancia biomédica que podrían servir de blancos para nuevos medicamentos.
Mediante una colaboración con más de 300 grupos de investigación de 40 países, aparte de diez de los mayores laboratorios farmacéuticos y entidades sin fines de lucro de apoyo a la investigación científica, el consorcio ayudó a describir la estructura de más de 1.500 proteínas, con implicaciones para el desarrollo de terapias contra el cáncer, la diabetes, la obesidad y trastornos psiquiátricos.
Aparte de las sedes ya existentes en la University of Toronto (Canadá) y en la University of Oxford (Reino Unido), el SGC pasó a contar en 2015 con una equipo de científicos brasileños, reunidos en el Centro de Biología y Química de Proteínas Cinasas, que cuenta con el apoyo de la FAPESP en el marco del Programa de Asociación para la innovación Tecnológica (PITE). El Centro tiene su sede en la Unicamp y está coordinado por el profesor Paulo Arruda.
Y ahora cuenta también con dos nuevas líneas de investigación: una inherente al estudio de inhibidores de cinasas (un tipo de enzimas) que controlan el proceso de RNA splicing, una especie de edición de la molécula destinada a hacerla madurar y que esté lista para codificar a una proteína. La otra apunta a hallar proteínas blanco para modular la resistencia de las plantas al estrés hídrico.
Para crear atajos
De acuerdo con Massirer, entre el descubrimiento de una molécula con potencial farmacológico en el laboratorio y su transformación en un medicamento para su uso humano pueden pasar más de diez anos.
La meta de la nueva colaboración que es objeto de la propuesta del SGC consiste en acelerar ese proceso y elevar los índices de éxito de los posibles fármacos en los ensayos clínicos, que actualmente se ubica alrededor del 4%.
“Una de las causas de ese alto índice de fracaso radica en la elección inapropiada del blanco inicial de la droga. Y éste no es un problema de fácil solución. Debemos expandir el conocimiento sobre la biología fundamental, y éste es el tipo de investigación que incluso una gran compañía farmacéutica no es capaz de hacer sola”, dijo Bill Zuercher, representante de GlaxoSmithKline (GSK), durante la inauguración del nuevo centro de la Unicamp, en marzo pasado.
La nueva iniciativa apunta a atraer también a los grupos de investigación vinculados con el área clínica, con acceso a tejidos de portadores de las enfermedades blanco. “La propuesta consiste en usar esas células en laboratorio para validar los blancos y aumentar las posibilidades de éxito en las etapas futuras”, explicó Massirer.
En diversos experimentos colaborativos, añadió la investigadora, el enfoque consistirá en recolectar células de la piel de pacientes y reprogramarlas para inducir la pluripotencia. “Ese estado no diferenciado permite que ciertas células sean entonces direccionadas en experimentos de laboratorio para generar un linaje específico. Podemos inducir la diferenciación en cardiomiocitos, para entender el funcionamiento del corazón, por ejemplo”, dijo.
En el artículo, el grupo hace hincapié en que raramente una sola institución concentra todos los ingredientes necesarios como para hacer ensayos preclínicos de calidad y relevancia.
“La industria generalmente tiene más experiencia en la concepción y el desarrollo de nuevos productos químicos o de anticuerpos, la comunidad académica vinculada al área clínica puede ofrecer un profundo conocimiento sobre la enfermedad y cuidados con el paciente, y la comunidad académica de investigación normalmente suministra conocimientos moleculares y tecnológicos para los estudios de mecanismos”, afirman los autores.
A ejemplo del trabajo que ya viene realizándose, el SGC propone la colaboración entre esas tres áreas en un ambiente libre de patentes.
“El compromiso del acceso abierto junto al hecho de compartir datos constituyen una característica fundamental de este plan, y es necesario dotar de celeridad a la ciencia, para que la generación de datos sea más transparente y, por ende, más reproducible, para bajar los costos y los tiempos asociados a la ejecución de colaboraciones multiinstitucionales, multinacionales y multisectoriales, y aliviar las preocupaciones éticas que pueden surgir cuando se yuxtaponen intereses comerciales y científicos con las muestras de los pacientes”, alegan los autores.
Según Bengtson, la idea es que hasta la etapa de identificación de moléculas con acción biológica y validación del blanco terapéutico las investigaciones sean de acceso abierto.
“A partir de ese punto, cualquier grupo que tenga interés puede invertir y desarrollar un producto con base en ese conocimiento. El hallazgo de una molécula que provoca el efecto deseado en células y tejidos constituye tan sólo uno de los primeros pasos del proceso de drug discovery [desarrollo de fármacos]. Generalmente esa molécula debe pasar por diversas alteraciones hasta que llega a probársela exitosamente en pacientes y se la aprueba para su uso, y esto implica una importante inversión por parte de la industria farmacéutica”, dijo.
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