El anuncio de esta iniciativa fue uno de los pocos logros que se concretaron durante la 27ª Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático realizada en noviembre, de acuerdo con los participantes en un webinario organizado por la FAPESP (imagen: captura de pantalla realizada durante el evento)
El anuncio de esta iniciativa fue uno de los pocos logros que se concretaron durante la 27ª Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático realizada en noviembre, de acuerdo con los participantes en un webinario organizado por la FAPESP
El anuncio de esta iniciativa fue uno de los pocos logros que se concretaron durante la 27ª Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático realizada en noviembre, de acuerdo con los participantes en un webinario organizado por la FAPESP
El anuncio de esta iniciativa fue uno de los pocos logros que se concretaron durante la 27ª Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático realizada en noviembre, de acuerdo con los participantes en un webinario organizado por la FAPESP (imagen: captura de pantalla realizada durante el evento)
Por Elton Alisson | Agência FAPESP – La creación de un fondo global para reparar pérdidas y daños y apoyar a las comunidades más impactadas por los eventos climáticos extremos, anunciada al cierre de la 27ª Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP27), fue uno de los pocos avances obtenidos durante dicho encuentro, realizado en noviembre de 2022 en Egipto.
Pese a que por ahora solamente existe en los papeles y más allá de la indefinición de sus valores y de qué países participarán, esta iniciativa sin precedentes contribuirá al avance del concepto de justicia climática, tal como se lo define al movimiento que apunta a intentar reparar las pérdidas y los daños causados a las poblaciones de los países pobres, que además de ser los menores emisores de gases de efecto invernadero (GEI), causantes del calentamiento global, son los que más padecen los impactos de los cambios climáticos, tales como las sequías y los temporales extremos.
Esta fue la evaluación de los participantes en el webinario “Los caminos de Brasil tras la COP27”, organizado el Programa FAPESP de Investigaciones sobre Cambios Climáticos Globales (PFPMCG) el pasado 30 de noviembre, con el objetivo de analizar los temas que cobraron mayor relieve durante la convención y apuntar los caminos por los cuales Brasil debe avanzar para cumplir su nueva agenda climática.
“Se habla mucho de la mitigación de las emisiones de gases de efecto invernadero y de la adaptación al cambio climático, pero el tema de las pérdidas y los daños en los países más pobres está relacionado con lo que está sucediendo ahora”, dijo Délcio Rodrigues, CEO del Instituto Climainfo.
“Países como Mozambique y Pakistán, que recientemente padecieron inundaciones en gran parte de sus territorios, han sufrido pérdidas del PIB [Producto Interno Bruto] y de las inversiones realizadas en el pasado debido a los cambios climáticos. Y ya venían reivindicando, junto a otros países, la creación de un fondo con recursos destinados a la reconstrucción de áreas que han padecido eventos climáticos extremos, pero esto ni siquiera entraba en la agenda hasta ahora”, afirmó Rodrigues.
Una de las trabas para la creación de un fondo global con este propósito residía en la preocupación de los países ricos al respecto de que ello podría entenderse como el reconocimiento de que serían los culpables del cambio climático y de que debe responsabilizárselos civil y económicamente (accountability, en inglés) en lo concerniente a este tema.
A los efectos de eximirse de estos problemas, países como Estados Unidos manifestaron durante la COP27 que están abiertos a crear un mecanismo humanitario de compensación económica de las pérdidas ocasionadas por los fenómenos extremos climáticos destinado a los países más pobres, con la salvedad de que no reconocen en tal sentido su responsabilidad civil y económica.
“El establecimiento del fondo constituye de por sí un avance. Ahora se estudiará de dónde saldrán los recursos y como podrán utilizarlos efectivamente los países que de hecho los necesitan, lo que echa luz sobre la idea de justicia climática y de que no es necesario litigar para arribar a un resultado”, afirmó Patricia Iglecias, presidente de la Compañía Ambiental del Estado de São Paulo (Cetesb) y docente de la Facultad de Derecho de la Universidad de São Paulo (USP).
Expectativas frustradas
Una de las principales frustraciones en las negociaciones climáticas de la COP27 fue la de no haber logrado arribar a un acuerdo para la disminución gradual del uso de todos los combustibles fósiles –la principal causa del cambio climático–, según señaló Rodrigues.
Durante la COP anterior, realizada en octubre de 2021 en Glasgow, Escocia, los países se comprometieron por primera vez a reducir gradualmente el uso del carbón. Existía una expectativa de que se lograse un consenso en la COP27 para la eliminación de otros combustibles fósiles. Pero ese anhelo se vio frustrado.
“Esperábamos que se determinase un phase down para todos los combustibles fósiles, pero esto no sucedió. Una de las razones que puede haber contribuido a ello fue la presencia de más de 600 lobistas de la industria del petróleo, el gas y el carbón en esta COP”, analizó Rodrigues.
Otro problema fue que no se logró mantener en el texto final de la COP27 la meta de limitar el calentamiento global en 1,5 °C mediante la disminución de las emisiones de GEI, según analizaron los participantes del evento.
Para alcanzar este objetivo, será necesario limitar las emisiones globales de dióxido de carbono (CO2) a 380 gigatoneladas (Gt) para 2040. Con todo, en la actualidad se vienen arrojando anualmente más de 42 Gt de CO2 equivalente en el mundo, y las proyecciones de las emisiones de este año indican un aumento de un 1 % a un 2 % con relación a 2021, según ponderó Jean Ometto, investigador del Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales (Inpe, en portugués).
“Tenemos menos de ocho años para disminuir sustancialmente las emisiones de CO2 con el objetivo de mantener el calentamiento global en 1,5 °C. Esto constituye un desafío muy grande”, dijo Ometto.
Los gobiernos subnacionales, es decir, provincias, departamentos, estados y municipios, tienen un rol fundamental por cumplir en la mitigación de las emisiones de GEI de los países, subrayó Gilberto Jannuzzi, docente de la Universidad de Campinas (Unicamp).
Por eso en Brasil, los estados de São Paulo, Minas Gerais, Espírito Santo y Pernambuco están elaborando planes de desarrollo tendientes a implementar medidas de mitigación.
En fase de consulta pública, el Plan de Acción Climática y Desarrollo Sostenible de São Paulo (PAC 2050) tiene la meta de reducir las emisiones de GEI en el estado un 12 % para 2030 en comparación con 2021.
“Esto representa un gran reto. Probablemente São Paulo deberá considerar una disminución de sus emisiones en otras regiones del país en caso de no ser capaz de rellenar esa laguna”, dijo Jannuzzi.
Con el fin de ayudar al estado de São Paulo y a todo Brasil a alcanzar sus metas de mitigación, la FAPESP emitió una convocatoria cuyo objetivo es brindar apoyo a proyectos de investigación orientados a acelerar la transición energética. Las propuestas pueden presentarse hasta el día 27 de enero de 2023.
“Los cambios climáticos globales son objeto de preocupación, pues las consecuencias que se vislumbran son sumamente preocupantes. Quizá los impactos para una persona que vive en la zona de Baixada Santista [en los alrededores de la ciudad portuaria de Santos] sean diferentes a los de quienes residen en otras regiones, así como serán distintos en la agricultura que en el sector de servicios. Por eso necesitamos tener acceso a los recortes de diversas actividades económicas e intereses para lograr arribar a alguna propuesta consensual. Esto es lo que se abordó en la COP27”, dijo Luiz Eugênio Mello, director científico de la FAPESP, durante la apertura del evento.
Puede accederse al webinario “Los caminos de Brasil tras la COP27”completo en el siguiente enlace: youtube.com/watch?v=254oqRpb-vk.
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